El deporte español vive su mejor momento en la historia. Al reinado mundial conseguido por los chavales de Vicente del Bosque, se unió Rafael Nadal y los chicos de las ruedas con motor, los pilotos de 125cc, Moto2 y MotoGP, junto al chico que es su propio motor, Alberto Contador. Y a este olimpo de dioses del deporte pueden sumarse los más grandes, literalmente hablando, la Selección de Baloncesto.
Pero no podemos olvidarnos de alguien al que podríamos considerar el 'Pegaso' del grupo. Ese caballo alado más veloz que la misma luz. Y es que el coche que conduce lleva un 'cavallino rampante' y eso, creanme, es un presagio. Después de la actuación del F10 en Gran Bretaña, el equipo de Ferrari cerró filas en torno al asturiano y se unieron como una piña con un único objetivo: la remontada. Prometieron que sería a partir del GP de Alemania y lo cumplieron. Ahora nos encontramos en la víspera de la carrera en el trazado de Hungaroring (Hungría) y Fernando sale tercero. En un circuito con tantas vueltas (el que más tiene del Mundial) y en el que el lado sucio y el limpio son de vital importancia, el tercero sale con ventaja, más que el primero o el segundo, lugares ocupados por los rapidísimos monoplazas de Red Bull. La velocidad que alcanzan Vettel y Webber a los mandos de sus vehículos es algo fuera de lo normal. Y me aventuro a asegurar que la pericia del piloto en el monoplaza ya no influye tanto como la de los ingenieros a la hora de diseñar y construir detalle a detalle el monoplaza. Probablemente nos encontremos ante un Mundial camuflado de ingenieros y no tanto de pilotos.
A nuestro 'Fernan' le gusta Hungría y a Ferrari se le da bien. A principios de temporada creía ciegamente en el asturiano y ahora, más que nunca. Sé que Ferrari hará todo lo posible para teñir de rojo brillante (el color de moda) este Mundial de F-1 y que lo conseguirá a pesar de todo lo que les ha caído encima y de lo que quedará por venir.
Pero no podemos olvidarnos de alguien al que podríamos considerar el 'Pegaso' del grupo. Ese caballo alado más veloz que la misma luz. Y es que el coche que conduce lleva un 'cavallino rampante' y eso, creanme, es un presagio. Después de la actuación del F10 en Gran Bretaña, el equipo de Ferrari cerró filas en torno al asturiano y se unieron como una piña con un único objetivo: la remontada. Prometieron que sería a partir del GP de Alemania y lo cumplieron. Ahora nos encontramos en la víspera de la carrera en el trazado de Hungaroring (Hungría) y Fernando sale tercero. En un circuito con tantas vueltas (el que más tiene del Mundial) y en el que el lado sucio y el limpio son de vital importancia, el tercero sale con ventaja, más que el primero o el segundo, lugares ocupados por los rapidísimos monoplazas de Red Bull. La velocidad que alcanzan Vettel y Webber a los mandos de sus vehículos es algo fuera de lo normal. Y me aventuro a asegurar que la pericia del piloto en el monoplaza ya no influye tanto como la de los ingenieros a la hora de diseñar y construir detalle a detalle el monoplaza. Probablemente nos encontremos ante un Mundial camuflado de ingenieros y no tanto de pilotos.
A nuestro 'Fernan' le gusta Hungría y a Ferrari se le da bien. A principios de temporada creía ciegamente en el asturiano y ahora, más que nunca. Sé que Ferrari hará todo lo posible para teñir de rojo brillante (el color de moda) este Mundial de F-1 y que lo conseguirá a pesar de todo lo que les ha caído encima y de lo que quedará por venir.