miércoles, 29 de diciembre de 2010

Típico tópico


A 2010 le quedan horas de vida. Con él se va la primera década del siglo XXI, aquel que empezamos con temor al efecto 2000 y demás incertidumbres. Y toca hacer el mismo balance de siempre, repasar cuántas veces nos hemos caído y cuántas nos hemos levantado. En qué ocasiones hemos fallado y en cuáles hemos metido la pata. Pero, sobre todo, con quién.

Se marcha un año en el que me di cuenta y viví en primera persona qué es una crisis económica de tamaño colosal. Se va un año que me atrevo a clasificar como el del destierro. El de la desaparición. Porque a lo largo de estos 365 días se han ido esfumando personas de mi vida, del entorno que me rodea. Unas veces por motivos obligados y otras por razones que desconozco. Algunas dolieron más que otras pero el tiempo es una buena tirita que sabe cómo curar cada herida y nos hace ver como estas pérdidas también dejan una enseñanza. A otra gente tocó echarla porque contaminaban. Y no es algo fácil de hacer. Da rabia haber apostado y haber perdido el tiempo pero con tan sólo 24 años, tiempo me sobra así que al final queda un poso de indiferencia que se vuelve cada vez más borroso hasta caer en el olvido y olvidar, valga la redundancia, que existieron aquellas personas. Aunque esto sólo es posible si el rencor y el odio que guardan dentro desaparece. Pero una cosa tengo clara: lo que no me mata, me hace más fuerte.

Como contrapunto a todo esto, siguen los de siempre. Sigue mi familia, mis amigos de la universidad, mis amigos de Zaragoza que son los de toda la vida, los de casa, los de siempre; siguen el resto de amigos. Y hay retornos de personas que nunca debieron salir de mi vida. Y este regreso puede con cualquier salida que se haya producido. Me llevo gente nueva que he conocido en este caminar de 2010 en el que atravesado (y finalizado) un máster, en el que volví a divertirme y a sentirme más periodista que nunca con mis ex-compañeros de MásMotor en AS a los que en octubre dije 'hasta luego' porque espero que esta locura de mundo me devuelva algún día a ese diario que tan feliz me ha hecho.

Y por lo demás mucha crisis económica (y todo lo que se deriva de ella que no es poco) que hace que la incertidumbre sobrevuele continuamente nuestras vidas sin saber muy bien a dónde iremos a parar y cómo. Dudas sobre si el periodismo como tal, el de toda la vida, el real, tiene futuro en un país de pandereta, ganchitos y calimocho. Dicen que lo último que se pierde es la esperanza. A mí me queda poca porque este año he tocado varias veces fondo y he tenido que recomponerme aferrada a esa esperanza que no es ilimitada por mucho que algunos crean lo contrario. Pero aún queda...

No sé que nos traerá 2011. Lo único que sé es que tengo muchas ganas de terminar de escribir las últimas páginas de 2010 porque a pesar de los grandes tesoros que me rodean, no me deja buen sabor de boca. Quiero que venga el nuevo año ya. Con un aire y un espíritu distintos. No sé si será mejor o peor (las previsiones no son muy optimistas) pero al menos será diferente. Y dentro de un año volveré a repasar el primer año de la siguiente década y pase lo que pase, contaré de nuevo que salí adelante gracias a mi familia y a mis amigos, dos tesoros que permanecen perennes por mucho que pasen los años.

¡¡FELIZ 2011!!

lunes, 27 de diciembre de 2010

De bien nacidos es ser agradecidos...

GraciaS...

Por esa primera llamada.
Por todas las que vinieron después.

Por las charlas, las risas, los recuerdos, las locuras y los planes de celebración una tarde cualquiera de esta semana.

Por ese mensaje en mi BlackBerry o en una aplicación.
Por ese comentario en alguna red social.

Por los regalos que son lo de menos.

Por el último mensaje lleno de cariño que llega de una persona única.

Por ese momento del día en el que por tu mente se cruzó un pensamiento que te recordaba que ayer era un día diferente y luego cayó en el olvido.

Por sacarme de la monotonía y de la rutina y arrancarme más de una sonrisa y de una carcajada.

Gracias...

martes, 30 de noviembre de 2010

El Barça juega, el Madrid mira

Hoy es martes. Sí. Una ola de frío obliga a los españoles a combatir estoicamente las bajas temperaturas que hoy se notan más en la capital de España y menos en la catalana. Porque este último día de noviembre tiene distintos matices para blancos y blaugranas. Un baile de salón y cinco goles del actual campeón de Liga tienen la culpa.

Nadie se imaginaba una realización tan pulcra en las pasos perfectamente ejecutados que mostraron ayer los de Guardiola. Y mucho menos que la puntuación final que iban a obtener era de cinco sobre cinco. El partido de los dos contrincantes se refleja en dos pinceladas. La primera de ellas, el gol de Xavi. Quizás tuvo suerte pero cuando el balón le llegó, lo más complicado ya estaba hecho gracias a Iniesta que metió un pase preciso a la espalda de la defensa madridista. El 8 más blanco del Barça circuló por el campo a su antojo, solitario, incluso echando de menos un jugador merengue que le defendiese, que le presionase. Pero esta cuestión la trataremos más tarde. Xavi se encontró con un balón que caía del cielo y con Casillas a punto de abrazarle. La picó con la puntera. Gol. Éxtasis blaugrana, desesperación madridista. Y este sentimiento se vio reflejado en la primera trifulca de la contienda. Cristiano quería sacar y Guardiola no quiso darle el balón. El portugués no puede empujar a un señor como Pep y un señor como Pep no se puede permitir gestos así. De chulo. No es el estilo de alguien que ha ganado seis títulos en una sola temporada. La temperatura del partido se elevó, los ánimos se caldearon, los malos del recreo sacaron a pasear su altanería e Iturralde las tarjetas. Lo que les decía, dos reflejos: la clase del Barça, la poca finura del Real Madrid.

Y todo esto ocurrió en media hora. Treinta minutos en los que el Barça tuvo tiempo de aumentar su cuenta goleadora con un tanto más. Xavi cambió el ritmo del baile a la banda izquierda donde le esperaba Villa. Solo. Ramos debía estar mirando los pasos de baile blaugranas, intentando aprender. Villa pasó el testigo y Casillas en lugar de atrapar, tocó el balón como queriendo formar parte de la armonía. El protagonismo se lo robó Pedrito rematando a placer con la derecha. Pese a la que estaba cayendo, el Real Madrid dio leves señales de vida. Di María se plantó ante Valdés y tiró a los guantes, probando al cancerbero azulgrana. Cristiano, antes de caer en su eterno pecado de egoísmo y chutar cualquier balón que llegaba a sus botas, no cesó en buscar a Benzema. El problema es que el francés no se encuentra a sí mismo y así, es complicado que los demás den con él. Mourinho debería poner solución a este problema cuanto antes. Con Higuaín lesionado, ¿qué delanteros puros le quedan al Real Madrid? La primera parte había tenido todos los ingredientes de un partido de esta altura pero faltaba la pizca de polémica que llegó con el penalti de Valdés a Cristiano que Iturralde no pitó. El azulgrana llegó tarde y se llevó por delante al portugués que sigue sin despuntar en los grandes partidos. Y son esos encuentros los que más pesan porque consagran jugadores o hunden equipos. El de ayer sirvió para poner nombre y apellidos al próximo Balón de Oro: Xavi Hernández Creus. Si al final no resulta así, el fútbol dejará de existir.

A pesar del aluvión de fútbol y otros menesteres vividos sobre el césped del Camp Nou, que rugía a base de olés, quedaban 45 minutos. Los madridistas esperaban que su equipo empezase a jugar al fútbol porque, hasta ese momento, se había limitado a estar en el campo de forma ordenada pero vulgar. Habían extendido una alfombra roja para que el Barça desplegase sus encantos. Inexplicable en un conjunto dirigido por el aguerrido Mourinho. Decían los jugadores blancos en los días previos que la clave era ahogar al Barça en el medio del campo. Pararles los pies ahí. Se sabían la lección pero no como aplicarla. Eso no vale. Los culés se frotaban las manos esperando una segunda parte plácida. Pobres ilusos. Sus jugadores no iban a permitirlo. O por lo menos Messi.

El argentino sigue sin poder marcar a un equipo dirigido por Mou pero a falta de goles, buenas son asistencias. El Guaje Villa se benefició de dos pases. El primero de ellos en el límite de la legalidad pero dentro de ella, cruzó el balón a la derecha batiendo a Casillas que tampoco pudo evitar el segundo del asturiano y el cuarto del Barça. En el mano a mano, donde el de Móstoles nunca falla, falló. El Real Madrid había adelantado su defensa y esto permitió un festín de pases en profundidad blaugranas. Salían ante el enemigo a pecho descubierto y en estas contiendas, esa actitud se paga cara. Con el Real Madrid roto y descompuesto, el quinto no tardó en llegar. Marca de la casa, de la Massía, de esa cantera donde pulen y fabrican auténticas joyas. Bojan para Jeffren. El canterano jamás olvidará su primer gol.

El Barça gustaba y se gustaba y el Real Madrid se enrabietaba. Se podría decir que los blaugranas pusieron el fútbol y los blancos el toque que todo partido necesita, el peleón. En el descuento Ramos representó a la perfección ese papel: patada a Messi, manotazo a Puyol y roja. Obvio. El Clásico nos trae muchas conclusiones pero una por encima de todas: el principal problema del Real Madrid sigue siendo este Barça perennemente perfecto. El escenario era el ideal para que el equipo dirigido por Mou demostrase que ha cambiado a mejor. Porque lo fácil es hacerlo ante equipos, a priori, más débiles. En el fútbol lo que cuentan son los exámenes finales, no los parciales. Y ayer el Barça se anotó su quinta MH y el Madrid su quinto suspenso. Parece que la cosa iba de cincos…

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre el odio, la vanidad y demás pecados humanos

Según la RAE,
Vanidad (Del lat. vanĭtas, -ātis)
1. f. Cualidad de vano.
2. f. Arrogancia, presunción, envanecimiento.
3. f. Caducidad de las cosas de este mundo.
4. f. Palabra inútil o vana e insustancial.
5. f. Vana representación, ilusión o ficción de la fantasía.



El ser humano es algo tan maravilloso y tan complicado que da miedo. Cada representante es único, diferente e irrepetible. Unos nacen con un don para calcular y resolver fórmulas imposibles, otros para plasmar sobre un lienzo la realidad tal como es o bajo su punto de vista y otros para crear música que endulza nuestros oídos. Algunos ejemplos elegidos al azar en un abanico de posibilidades. Todo virtudes.

Sin embargo, hay otros representantes que tienen dones algo diferentes. Su interior está lleno de odio y de vanidad. De egoísmo y soberbia. De una ceguera que les impide ver más allá de la punta de su nariz para poder reconocer sus fallos y defectos. De rencor y odio. Es entonces cuando, en lugar, de deleitarnos con notas armónicas, con pinceladas certeras o con luz en un embrollo numérico, nos sorprenden con actos fatales y consecuencias nefastas haciendo daño a todo aquel que, lleno de buena fe, se cruza en su camino. Y en el fondo, estos seres humanos soportan una pesada losa compuesta por todas sus inseguridades y es por ello que sienten la necesidad de proyectarlas en el resto de humanos para herirlos. No merece la pena perder el tiempo ni nuestras ganas de ayudar. Hay que aprender a estar por encima de ellos por mucho que intenten buscar nuestros puntos más débiles buscando, rastreramente, hundirnos.

Y es que como dijo Platón, filósofo griego, "buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro".

sábado, 6 de noviembre de 2010

Bienvenidos por última vez

Al final, no nos acordaremos tanto de las palabras de nuestros enemigos sino de los silencios de nuestros amigos - Martin Luther King Jr.


 


2007, una rabieta de niña mimada. 2010, un mensaje de perdón y redención. Una niña mimada arrepentida con sus pecados expiados.
 
No voy a decir nada que no esté escrito sobre la amistad. Algo complejo y maravilloso a la vez. Una droga maravillosa porque sin mis buenos amigos no me imagino cómo sería mi mañana. Y hablo de los buenos porque amigos hay de muchos tipos y los buenos de verdad, a día de hoy, escasean mucho. Demasiado, quizás. Es por ello que cada día se arrepiente más de aquel enfado de una chica adulta a la que le quedaba tanto por madurar... El tiempo la fue poniendo en su lugar. O no. No porque en tres años con sus 1095 días y sus 1095 noches sólo dio tumbos. Sin rumbo. Sin sentido. Sin equilibrio. Coqueteando con el riesgo. Sobrepasando el límite que lleva del bien al mal sin nadie que posase una mano en su hombro para pararla. Para protegerla de la autodestrucción.
 
En medio de esa espiral sin control, Morfeo y su subconsciente se aliaron y cada noche rescataron de su intento de olvido recuerdos, anhelos y deseos ocultos que latían, suavemente, pero lo hacían en el fondo de su ser. Y una mañana decidió acabar con todo aquello y expió sus pecados. Las palabras salieron de su pluma igual que bullían en su mente, en su interior. No esperaba nada, ni una respuesta ni el perdón de la persona dañada. Se cree el ladrón que todos son de su misma condición porque hubo de todo. Una respuesta, un perdón y un cartel de bienvenida. No podía creerlo. El caudal descontrolado volvía a su cauce. La normalidad y la tranquilidad se instaló, apaciblemente, en su vida. Me prometí a mí misma que era era la última libreta que empezaba con él. No más borrones y cuentas nuevas con la mejor persona que ha pasado por mi vida. Tengo todo el tiempo del mundo para recuperar estos tres años perdidos. Allá vamos. ¡Cuánto te he echado de menos!

lunes, 25 de octubre de 2010

Pero, ¿quién es Kevin Schwantz?


Todo aficionado al motociclismo que se precie, o simplemente al motor, sabe quien es el gran y mítico Kevin Schwantz


Después de un verano de prácticas en Zaragoza en un lugar donde había jornadas de doce o catorce horas, no sé si por la Expo o por el lugar de trabajo, y donde nunca oí "buen trabajo" o "bien hecho" combinado con cinco años de carrera en una facultad que te arrebata tus sueños periodísticos el primer día que cruzas la puerta... es complicado mantener intactas las ganas de luchar por un sueño y la ilusión.

El 3 de julio supe quién era Kevin Schwantz y aún recuerdo perfectamente la bronca que me echó Mela Chércoles cuando, con la inocencia típica del novato, le dije que no sabía quién era ese señor. El ser parda me acompañará siempre. Tan sólo llevaba tres días de becaria en AS en la sección de MásMotor. La panacea de todo estudiante de periodismo deportivo cuando es seleccionado para hacer las prácticas en un periódico de tirada nacional de estas características es el Real Madrid. También era la mía, no lo negaré, pero, cada día de mi vida, agradezco que me colocasen en la sección dedicada a Motor, mi segunda opción en la lista.

Entre los dos veranos, acumulo unos cinco meses y medio de prácticas en AS. Y no digo cinco meses de becaria porque nunca me sentí como tal. Desde el primer día que aterricé en MásMotor nadie me trató como tal. Y se agradece. Igual que es agradable que te den confianza, que reconozcan tu trabajo, que te enseñen cada día algo que no aprendiste la tarde anterior... Pero, sobretodo, les agradezco que, por primera vez, me hicieran sentir que valía para ser periodista, ese sueño loco de niña hecho realidad. Atrás quedaron profesores de Agustinos que menospreciaron mi carrera, profesores de la universidad que se rieron cuando les dije que quería ser periodista deportiva o que no creían que fuese a ser buena, discusiones con mi padre... Todo eso parece lejano cuando echo la vista atrás y veo todo lo que he aprendido y he plasmado en mi trabajo. En MásMotor he aprendido de F-1 y de motociclismo pero también de rallys y de todas las categorías menores de este deporte. En MásMotor se reavivó la ambición adolescente de tener una moto para disgusto de mi pobre madre. En MásMotor me he reído, he disfrutado como una enana, me lo he pasado genial y he querido trabajar siete días a la semana. En MásMotor viví la final del Mundial en la que España fue campeona, la huelga general o los títulos de Lorenzo y Elías. Un auténtico lujo al alcance de muy pocos. Pero lo mejor es que en MásMotor he sido periodista. He hecho realidad mi sueño. Por eso, hace una semana, me despedí con un 'hasta pronto' porque, algún día cuando se acabe el caos económico que vive España y cuando deje de dar tumbos, espero volver para hacer mi humilde sueño infinito...

Pero nada de esto habría sido posible si no fuese por los compañeros que he tenido con los que nunca me sentí una becaria sino una más. Gracias, de corazón, a Carlos Miquel (ahora embarcado en una nueva aventura), a Raúl, a Rafa, a Mela y a Manuel. No los perdáis de vista ni en el periódico ni en sus blogs o tweets porque son unos periodistas cojonudos pero también son una personas increíbles. Gracias por todo compañeros y... ¡¡Hasta luego!!

jueves, 14 de octubre de 2010

He decidido tomar una decisión

-¿Qué ceno esta noche?
-Pide comida a domicilio.
-No sé, estoy indecisa.
-La vida está llena de decisiones.



Diría algo más. La vida se compone de decisiones. Decisión, me gusta como suena la palabra. Determinación, resolución, fallo, sentencia, dictamen, juicio, parecer, arbitraje. Sinónimos de tal palabra.

Por la mañana suena el despertador y decides si levantarte al instante o alargar ese placentero momento de remolonear bajo las sábanas. ¿Me ducho antes de desayunar o después? La primera comida del día: cereales, rosquillas o tostadas con mantequilla. Un café o un Cola-Cao. Leer la prensa en Internet o bajar al quiosco. Si elijo bajar, ¿qué ropa me pongo? Y luego cuando vaya a trabajar, ¿qué camino escojo? ¿El 138 + L10 + L5 o el 500 + L5? Y para el transporte público, ¿libro o música? Y aún no hemos llegado a las dos de la tarde, hora en la que el común de los mortales suele llenarse el estómago por segunda vez. O por tercera, depende de si hemos elegido almorzar o tomar un aperitivo.

Nuestras vidas se basan en continuas decisiones que hilamos unas con otras. Y de cada una de estas acciones se derivan una serie de consecuencias. Para bien o para mal. Y tendremos que ser responsables y consecuentes (valga la redundancia) con estos actos porque lo que venga después puede ser bueno o malo. Puede ser eventual o infinito. Puede hacer más sólida una cosa, relación, sentimiento, persona... o romperla definitivamente. Mi abuela, sabia mujer, siempre que se trata este tema recuerda un refrán que, personalmente, me encanta y me hace mucha gracia: "Arrieros somos y en el camino nos encontraremos".

Estad atentos. Vuestra próxima decisión puede ser vital. Y acarrear consecuencias de las que os arrepintáis toda la vida y ésta es demasiado larga como para vivir atormentados con la conciencia intranquila y los remordimientos incontrolados.

viernes, 8 de octubre de 2010

Ante un domingo histórico

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida (...)

Coplas a la muerte de su padre - Jorge Manrique (1440-1479)


Una cocina en un piso de estudiantes. Colgado bajo el reloj, un almanaque. En el calendario una cruz roja. Bajo esa marca un día de la semana. Domingo, 10 de octubre.

Una cabeza loca, de colgada. Llena de recuerdos que se avivan a las puertas de un fin de semana mítico.

Los domingos en los que un señor la arrastraba fuera de la cama, sin tiempo de lavarse la cara, y con los ojos aún legañosos la sentaba frente al viejo televisor (de esos que no tenían mando a distancia y se cambiaba de canal apretando a unos pequeños botones grises) para ver a unos locos corriendo en moto o en coche. Sin entender nada. Observaba las motos tumbarse, casi besar el suelo. Y sentía miedo porque pensaba que aquello debía ser muy arriesgado. Otros domingos veía a unos señores metidos en unos coches adelantarse en curvas o rectas infinitas. Y se preguntaba como podían conducir en un espacio tan pequeño porque ahí no podía caber el palo que utilizaba el señor que la despertaba para conducir el coche. Entonces se imaginaba que el hombre que conducía se sentaba en una silla y montaban a su alrededor esos coches tan distintos a los que circulaban por las calles de su ciudad.

El recuerdo más vivo, y también más pasional, data de una reunión familiar paterna. En un pueblo perdido de la mano de Dios en la provincia de Teruel, entre montes secos. Comían paella y de repente sus ojos se fijaron en un piloto español (así lo dedujo por que todos le llamaban Álex). Se batía en duelo con otro piloto, para ella, con nombre de chicle (Doohan) y, literalmente, alucinó con aquellos adelantamientos. Tanto que perdió la noción de su tenedor repleto de paella que fue a parar al vestido "de los domingos" con la siguiente colleja doble de la señora que la trajo al mundo.

Recuerdo, de forma difuminada, el título de Álex Crivillé en 500cc en 1999. Fue en el GP de Brasil y era septiembre, probablemente el segundo o el tercer fin de semana. La memoria falla. ¿Mucho estudio? No, demasiada fiesta. Sabía que lo que había logrado era grande pero es, con el paso del tiempo, cuando valoro realmente su hazaña. Ahora marco en mi calendario otro fin de semana histórico. Jorge Lorenzo es virtual campeón de MotoGP (la antigua 500cc) y los días de esta semana se eme están haciendo eternos. Ojalá ya fuera domingo. Ojalá se estuviese disputando en este mismo momento la carrera de Malaisia. Grabaré en mi retina, junto a otros momentos gloriosos del deporte español, el instante en el que el mallorquín se corone rey del mundo. "Debe correr como si fuera una carrera normal", le aconseja Crivillé. Que corra como sólo él sabe hacer y cuando acabe la carrera que siga corriendo, no ya hacia la bandera de cuadros sino hacia la gloria. Sin embargo, me hace gracia que la gente no se alegre de tal hazaña por ser quién es el que la obra. Dicen que les cae mal, ¿acaso le conocen? ¿Han charlado con él fuera de los focos, lejos de micrófonos y grabadoras, a distancia de los circuitos? Malditos prejuicios de este país de ganchitos y calimocho.

En fin, preparen sus cerebros. Localicen el botón de 'Rec'. Estamos ante un fin de semana histórico. Y sólo seremos un poco conscientes de ello. Los años nos enseñarán a valorar la gesta de Jorge Lorenzo. ¡Dale gas campeón!

PD: No me olvido de Toni Elías que también puede ser campeón de Moto2. El chico de la eterna sonrisa puede hacerla perenne en Malasia. Y tampoco cae en el olvido mi ojito derecho, mi preferido, Dani Pedrosa. Me fastidió el fallo de la Honda en Motegi. No se lo merecía. Este Mundial seguiría sin decidirse con él en la pista pero la mala suerte se cebó con el catalán... Apuesto que un día Lorenzo Y Crivillé te abrirán las puertas del Olimpo de los campeones españoles.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Unos 'Manolos' para ti, mamá



¿Cuánto vale tener unos "Manolos" en la mano? 0 €
¿Cuánto cuesta hacer el sueño realidad? 570 € aproximadamente
¿Cuánto cuesta ver a tu madre feliz durante diez minutos? Es incalculable...

Durante un paseo con mis padres por la casi estrenada Milla de Oro de Madrid, los ojos de una madre rendida a su familia se iban sin querer a los anillos de Suárez, a los bolsos de Loewe y, sobre todo, a los zapatos de Manolo Blahnik. Esa es una de sus grandes pasiones: los zapatos. Una mujer humilde que nació en un pueblecito de Segovia desde donde soñaba con conquistar el mundo y ponerlo a sus pies. Un sueño que se rompió por culpa del conservadurismo de un severo padre que la impidió irse a Madrid a estudiar con las monjas. Una vida azotada por el aceite de colza, por la pérdida de ese padre con tan sólo 22 años, y la de un sobrino de 16 años, con las zancadillas del destino que a veces se ceba con una familia con demasiado afán...

Y de pronto aparece el hombre perfecto. Ése con el que, 25 años después, vuelve a casarse sin dudarlo un segundo. Sacrifica todo lo que tiene y empieza una vida nueva lejos de su familia pero con una ilusión en forma de bebé. Junto a su marido lo dan todo por ella: un buen colegio, actividades extra escolares, viajes y algún pequeño capricho de vez en cuando. Le enseñan que nadie regala nada y que si algo quiere, algo le cuesta y hay que trabajar para ello. Y su niña vuela lejos del nido gracias a su ayuda. Una vida nueva, otra vez: universidad, colegio mayor, piso, máster...

Seis años después de emprender el vuelo, esa niña ya no lo es tanto. Se para y mira atrás. Es consciente del esfuerzo de sus padres que han dado todo, literalmente, por ella. Una familia humilde sacrificada para hacer un sueño realidad. ¿Y ha merecido la pena? Las dudas la asaltan y ya no está tan segura de haber sabido invertir todo la ayuda de sus padres. Ella pensaba, estaba segura, que una carrera, dos estancias en el extranjero y un máster después, podría empezar a devolverles a sus padres el esfuerzo invertido para que viviesen más tranquilos. Sin problemas. Dignamente.

Pero no es así. No sé si es culpa de la crisis que no parece tener solución. No sé si es culpa de una mala elección en cuanto a la carrera. No sé si es culpa de mi idea romántica del periodismo. No sé si es culpa de creer que sirves para escribir cuando en realidad es una mera ilusión mía y resulta que, al final, no soy tan buena. No sé la razón pero después de todo lo que han invertido, y en consecuencia perdido, para mis padres sigo siendo un lastre económico. Es frustrante, deprimente, humillante, indigno. Es vergonzoso.

Esta tarde me prometí a mí misma que algún día mi madre podría calzarse unos zapatos como los que ilustran este texto. Y, tal y como está el futuro y mis aptitudes, no puedo evitar hundirme al pensar que quizás no lo consiga nunca...

domingo, 19 de septiembre de 2010

Hoteles de lágrimas




Hoy luce sol sobre MotorLand pero es porque al cielo no le quedan más lágrimas. O quizás porque a las 10.30 todos los que integran el maravilloso mundo del motociclismo se han reunido en la parrilla para homenajear a Shoya Tomizawa y al cielo no le ha quedado otra que sonreír.


Desde el jueves, el trazado aragonés se convirtió en un hotel de lágrimas igual que lo hacen las almohadas por las noches cuando reciben el rostro de un alma con el corazón roto. Por lo que sea. El cielo lloraba porque faltaba un piloto en la parrilla de Moto2 y en el ambiente se notaba que algo había cambiado. Que nada era igual en la puesta de largo de MotorLand.


Brilla el astro rey. El cielo sonríe. Anoche una estrella más observa a todos los pilotos del Mundial de motocicilismo, una estrella rasgada como la mirada de Shoya, una estrella infinita como la sonrisa de Tomi, una estrella histórica como el primer triunfo en la nueva categoría de Moto2 en Qatar. Una estrella que cuida de todos ellos para siempre...


Porque todos tenemos (o eso queremos creer) una estrella que nos cuida desde algún punto. Y el viernes las almohadas de las personas que más cerca están también se convirtieron en un alojamiento improvisado de unas lágrimas que surcaban los rostros recordando a Luis, el carpintero. No sé si sería buen padre o mejor abuelo porque no fui testigo de ello. Sólo sé que la vida nos lo quitó antes de tiempo por un maldito error médico y nunca me pudo construir una casita de madera para mis muñecas. El ser que decide entre la vida y la muerte, me dejó su taller con un olor permanente a madera y sus cientos de herramientas. Y en aquel lugar que ya no existe pasé las tardes veraniegas de una infancia en la que eché de menos a mis abuelos porque ese mismo ser sólo me dejó a Concha, la mujer de Luis, que sigue perenne al pie del cañón, capeando el temporal, resistiendo.


Estas son mis letras abuelo y son mi regalo porque sé que donde quiera que estés, eres una de las estrellas que me cuidan, lees lo que sale de mi pluma, lo disfrutas y lo comentas junto a David, Manuel y Liduvina que también se fueron antes de tiempo. Uno más que los otros.


¡¡Felicidades abuelo LUIS!!

sábado, 18 de septiembre de 2010

No tengo nada




Un salmón que nada a contracorriente. Un veterano de la vida que no se ilusiona con nada hasta que no ve el proyecto hecho realidad. Un escritor que en su libro te dice que cuando deseas algo, todo el Universo conspira para que se haga realidad. Una madre con ciegas esperanzas en el sueño de su hija. Un padre que trabaja de sol a sol para que las esperanzas que su mujer deposita en el sueño de su hija no sean en vano y que ese sueño se haga realidad. Una familia que se agarra a unas creencias religiosas esperando un miligramo de suerte. Una chica con un sueño por cumplir que empezó a desearlo y a lucharlo hace nueve años y aún espera que el puto Universo se decida a conspirar para que se cumpla.


El periodismo. Y yo.


Luchas con el deseo innato de la juventud por albergar esperanzas. Te acostumbras a la soledad de la que, con 17 años de vida, se marcha de casa para estudiar una carrera que no le gusta a su padre y que sólo consigue avanzar gracias al apoyo incasable e infinito de su madre; para hacer realidad el sueño que tienes desde niña. Porque no sabes la fórmula del dióxido de carbono, las leyes que respaldan tus derechos o las bases para construir un edificio pero posees el don de saber manejar las palabras para expresar lo que sientes y transmitirlo así a la persona que te lee. Pobre de él o de ella, piensas...


Te esfuerzas por superarte cada día intentando saber de todo o de casi todo. Aprendes cada jornada algo nuevo que te hace mejor profesional. Te entregas a tu trabajo, ese que amas con locura y desmesura, porque es lo que deseas desde que en 2º de ESO te presentabas a todos los concursos de redacción que había. Sin esperanza. Sin creer en ti misma. Sin tener fe en que ganarías. Y, al final, lo hacías, subías al escalón más alto del podio empuñando tu pluma, ese pequeño instrumento con el que construías historias y personajes que abrían nuevos mundos a la persona que leía tus textos.


Y cuando todo se pone a tu favor y estás en el sitio correcto y en el momento oportuno, sólo hace falta una pizca de suerte. Añorada compañera que nunca hizo buenas migas contigo. Tan sólo eso, suerte. Por un segundo, te paras a pensar. No quieres ilusionarte, no quieres albergar esperanza. Pero eres joven, la vida no te ha dado suficientes hostias aún y la debilidad aparece en forma de ranura. Por ahí se cuelan las ilusiones, los sueños, los planes de futuro y la esperanza. Y por el mismo lugar por donde han entrado, se esfuman. De un plumazo. Porque la curiosidad mató al gato y esta característica va impresa en cualquier informador. Te enteras de la peor forma posible.


El mundo se cae a tu alrededor. Una losa se aloja en tu espalda y se antoja cada segundo más pesada. Vuelven los miedos de aquella niña de 2º de ESO. Quizás es que no eres tan buena y te has creído que sí. Cuando empezabas a saborear tu sueño, cuando todo parecía tan bonito que daba miedo, desaparece. Y eso es muy jodido de afrontar y de asumir. No tienes nada. Tu sueño ya no está. No existe. Todo lo que has luchado y todo lo que has entregado yace en la basura. No tienes nada. Te sientes débil y necesitas llorar, desahogarte.


Toca empezar desde cero. O empezar simplemente. Y los nuevos planes, los nuevos retos se supone que ilusionan y llenan de ganas y de vida. Pero, ahora mismo, sólo eres consciente de que no tienes nada de nada.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Angustiosa ausencia



Te echo de menos

miércoles, 25 de agosto de 2010

Partida de ajedrez




En esta partida de ajedrez nada queda por hacer. Primero perdí a la reina y aún conseguí mantenerme a flote aferrada al rey. Pero también se esfumó.


Tenía cariño a cada una de las piezas. A los pequeños peones, incluso al que da el primer paso, atrevido y sin complejos. A las férreas torres, a los elegantes alfiles o a los ágiles caballos. Pero el rey la reina eran los pilares que me sostenían porque cuando todo se tornaba oscuro ellos se erigían como dos faros que me decían "por aquí" y conseguían que se hiciese de día por muy negra que fuera la noche. Lograban dar sensación de seguridad, de poder hacer cualquier cosa si ellos estaban cerca.


Un día algo se rompió en la reina y poco a poco se fue consumiendo y la perdí. Ella seguía ahí pero nada era igual. Éramos dos desconocidas como si nada de lo que llevábamos a las espaldas hubiera existido. Y quedaba el rey, lleno de energía, de alegría y de saber estar siempre. El último pedazo de madera al que agarrarse. Lo perdí.


Y por dentro sólo tengo rabia, frustración, impotencia, desesperación y ganas de desaparecer. Tengo la sensación que el suelo se cae a mi alrededor, como la lava consume la tierra, y la única baldosa que aguanta es la mía pero no sé por cuánto tiempo. Puede que al final, no fuese tan buena amiga como creía...

domingo, 22 de agosto de 2010

La vida sigue igual



En plena recta final del verano, cuando la caldera madrileña sigue más candente que nunca, las madres se afanan en preparar la vuelta al colegio: uniformes, libros, lápices, bolígrafos y gomas, horarios... Pero la 'vuelta a' no sólo se limita a escolares y universitarios que aún saben lo que son veranos de dos y tres meses, los equipos de fútbol también preparan su regreso a la competición. Algunos afortunados, porque en su día trabajaron para ello, como el Barça, el Sevilla o el Atlético de Madrid adelantan su regreso debido a la Supercopa de España y de Europa.


Y en esta preparación, los clubes de fútbol de nuestra Liga nos intentan entretener con partidos de poca monta en los que poder demostrar su grandeza aún en fase de rodamiento. Estas pequeñas pinceladas nos dan una imagen de cómo están los veinte equipos que comenzarán a patear el balón a finales de agosto.


Algunos de ellos han mejorado y despegarán pero otros se encuentran en el mismo vuelo o incluso han bajado de primera clase a low cost. En el imperio del señor Constructor las novedades son como retales que encuentras en un centro comercial. En los partidos ofrecidos por el Real Madrid en EE.UU. y Europa parece que no hay progresos, que el equipo sigue dependiendo de la inspiración de un argentino o de un portugués que compite en ego con el capitán del barco del que toda la afición esperaba un cambio radical que no ha llegado aunque también es cierto que hay deben darle un margen de tiempo. Y es que en la casa blanca los trapos sucios se acumulan en todos los rincones y las grietas son difíciles de reparar. El fútbol cada día me atrae menos y me entretiene más bien poco. Al menos el que practica el Real Madrid porque en el Bernábeu la vida sigue igual... O incluso peor porque ahora es un equipo sin alma y no encuentro ni un sólo jugador que merezca el relevo del siete eterno... Lo dicho.

viernes, 20 de agosto de 2010

Un rompecabezas de cuatro tiempos



Dicen que en las bodas el secreto mejor guardado es el vestido de la novia. La novia que cualquier marca de motos quiere tener a los mandos de su máquina es el piloto más grande de los últimos tiempos, Valentino Rossi. Pero esta novia ha tenido el secreto peor guardado de la historia de los fichajes en motociclismo.


Ya lo adelantó el Diario AS en su día, me aventuro a recordar que hace un año una fuente más que fiable me aseguró que en 2011 Valentino sería la novia de Italia igual que Julia Roberts lo es de EEUU y vestiría de rojo, el color de moda, el color de los ganadores.


Está claro que el sueño de cualquier tifosi italiano era ver en Ducati, marca italiana, a su querido Valentino, natural de Urbino una localidad situada a 110 km de Florencia, una de las cunas del arte italiano que es lo que hace El Doctor a los mandos de su Yamaha M1. Y es con esta máquina con la que ha vivido un romance sin igual. En 2004 cuando el italiano llega a la marca japonesa procedente de la otra marca del Imperio del sol naciente, Honda, la Yamaha era una moto de mitad de la tabla, no aspiraba a convertirse en la moto sobre la que Valentino se coronaría campeón del mundo en MotoGP por cuatro veces. Pero para el italiano no hay retos imposibles. Dani Pedrosa dijo durante el GP de Brno (República Checa) que "está claro que Valentino sabe cómo mejorar las motos, sabe de qué va el tema". A la vista está que la actual Yamaha M1 es la mejor moto de la parrilla gracias a Rossi.


Su salida de Yamaha plantea varios interrogantes. ¿Será capaz la M1 de seguir su línea actual? Probablemente sí. La mejora y la puesta a punto de la moto no es para una única temporada, el rendimiento actual de la M1 viene de una progresión espectacular que no acaba en 2010, podremos disfrutar de ella varios años más bajo la tutela de Lorenzo y, probablemente, Ben Spies. Sin muros y compartiendo telemetría como confirmó el mallorquín. Otra pregunta inevitable es si Valentino podrá repetir su hazaña con la Desmosedici. No lo dudo ni un segundo. La moto italiana no está en las nefastas condiciones con las que se encontró Valentino en 2004 por lo que me atrevo a decir que el trabajo con ella no será tan arduo. Sólo espero que no se prolongue demasiado para que la diversión llegue cuanto antes. Ver a Valentino a los mandos de la Ducati (un orgasmo motociclista para cualquier italiano, perdonadme la expresión) luchando con Lorenzo y Pedrosa es algo increíble y lo único que podemos hacer hasta el año que viene es ser pacientes y repasar los vídeos de esta temporada que también nos deja peleas y enfrentamientos emocionantes y pasionales.


El fichaje de Valentino por Ducati es la primera pieza de este rompecabezas de cuatro tiempos que es MotoGP. Quedan por llegar renovaciones y nuevos fichajes que terminarán de encajar en este maravillo puzzle de velocidad...

sábado, 31 de julio de 2010

Fe ciega en el rojo


El deporte español vive su mejor momento en la historia. Al reinado mundial conseguido por los chavales de Vicente del Bosque, se unió Rafael Nadal y los chicos de las ruedas con motor, los pilotos de 125cc, Moto2 y MotoGP, junto al chico que es su propio motor, Alberto Contador. Y a este olimpo de dioses del deporte pueden sumarse los más grandes, literalmente hablando, la Selección de Baloncesto.

Pero no podemos olvidarnos de alguien al que podríamos considerar el 'Pegaso' del grupo. Ese caballo alado más veloz que la misma luz. Y es que el coche que conduce lleva un 'cavallino rampante' y eso, creanme, es un presagio. Después de la actuación del F10 en Gran Bretaña, el equipo de Ferrari cerró filas en torno al asturiano y se unieron como una piña con un único objetivo: la remontada. Prometieron que sería a partir del GP de Alemania y lo cumplieron. Ahora nos encontramos en la víspera de la carrera en el trazado de Hungaroring (Hungría) y Fernando sale tercero. En un circuito con tantas vueltas (el que más tiene del Mundial) y en el que el lado sucio y el limpio son de vital importancia, el tercero sale con ventaja, más que el primero o el segundo, lugares ocupados por los rapidísimos monoplazas de Red Bull. La velocidad que alcanzan Vettel y Webber a los mandos de sus vehículos es algo fuera de lo normal. Y me aventuro a asegurar que la pericia del piloto en el monoplaza ya no influye tanto como la de los ingenieros a la hora de diseñar y construir detalle a detalle el monoplaza. Probablemente nos encontremos ante un Mundial camuflado de ingenieros y no tanto de pilotos.

A nuestro 'Fernan' le gusta Hungría y a Ferrari se le da bien. A principios de temporada creía ciegamente en el asturiano y ahora, más que nunca. Sé que Ferrari hará todo lo posible para teñir de rojo brillante (el color de moda) este Mundial de F-1 y que lo conseguirá a pesar de todo lo que les ha caído encima y de lo que quedará por venir.

jueves, 29 de julio de 2010

Dadme alas que ya sabré yo cómo volar





Como el metro en hora punta. Como una multitud que se mueve al compás de los sonidos de un concierto multitudinario. Como un niño que está aprendiendo a nadar. Como un embotellamiento en la A-6. Como la fila de reprografía de cualquier facultad en febrero o en junio...



Como una persona con sus alas atadas con una recia soga.



Sus anhelos de libertad, sus ganas de vivir momento a momento, su manía de exprimir cada segundo al máximo, su coqueteo con el límite entre el bien y el mal... Eso y mucho más marcaban el ritmo de los latidos de su corazón. Señalaban los pasos de su joven vida. Y por eso no era feliz. Todo el mecanismo que la hacía ser ella se había parado de repente. Como si un engranaje hubiese fallado. Como si una mañana no se hubiese acordado de engrasar la maquinaria. Como si alguien se hubiera encargado de dar al botón rojo de 'stop'.



Se dice que el cuerpo humano puede pasar una semana completa sin agua y hasta un mes sin comer. Ý treinta días tardó ella en darse cuenta que su esencia había dejado de inundar ambientes y su luz ya no iluminaba aquellos rincones por los que pasaba porque se había apagado. Sus alas, las que la proporcionaban la libertad que necesitaba para vivir incluso más que el comer, habían sido atadas con una recia soga. Sintió agobio. Observó como poco a poco se iba ahogando. Y de pronto, una mañana, vio que una hebra se había salido de aquel cordón que inmovilizaba sus ganas de vivir. Para ella un ráfaga de esperanza. Si aquel pedazo de cáñamo se había desprendido significaba algo. Probablemente que aquello carecía de sentido.



Y luchó. Contra todo lo que él había querido que fuese. Contra sus intentos de moldearla a su imagen y semejanza. Contra su soga. Para ella, una esperanza. Para él, el final de algo que cojeaba porque ya no había sentimientos, ni ilusión, ni ganas de nada. Aquella soga se los había llevado consigo. Al fin, un martes, la soga terminó por ceder ante el constante e incansable batir de mis alas y le dije adiós. Me di la vuelta y le grité al mundo que me diese alas, que ya sabría yo cómo volar...

martes, 4 de mayo de 2010

Llámenme romántica pero...



En 1978 nació nuestra actual Constitución. Se trata de un texto que nos habilita una serie de libertades, deberes y derechos que nos hacen más democráticos y, sobretodo, más libres. España salía de una dictadura y, como consecuencia, se vivía en un mundo lleno de ataduras y acotaciones. No deben olvidar que mucha gente luchó para darnos las libertades y derechos de los que hacemos uso sin pararnos a pensar que muchas de esas personas se dejaron la vida en esa lucha.


Uno de los gremios más castigados por la dictadura (hubo tantos...) fue el del Periodismo. Hoy en día cualquier profesional de la comunicación puede sentarse ante su ordenador para contarle a la gente qué pasa en el mundo sin miedo a que un tribunal censor le corrija su texto o, mucho peor, que no le den luz verde para publicarlo.


Este hecho nos parece tan cotidiano que no nos imaginamos lo contrario. Pues abran bien los ojos queridos amigos porque hoy, en pleno siglo XXI, seguimos encontrándonos con censores. Mucho más sutiles que los de aquella época pero haberlos, hailos.


Las excusas poco me valen a la hora de hablar de libertad de expresión y derecho a la información. No creo que por tratarse de un medio de comunicación oficial de un club se tenga que ocultar la realidad a los aficionados y al público en general. Digamos 'ocultar' y no 'censurar' por el simple hecho de que suena mejor. No querer ver lo que está pasando no significa que vaya a desaparecer. No todo apesta a perfección, cuando las cosas no se hacen bien hay que reflexionar y pensar en qué se han equivocado. Se llama humildad y así me lo enseñaron mis padres. Es increíble que un señor que sólo sabe jugar al Monopoly construyendo casitas por aquí y carreteritas por allá, se meta a presidente de un club sin tener ni idea de fútbol y para colmo, diga lo que pueden o no pueden publicar los periodistas que trabajan para él.


Yo, sinceramente, no he invertido cinco años de mi vida para aprender un oficio y que vengan a decirme que sólo puedo sacar cosas bonitas, sonrisas y vender humo porque ésa no es la realidad, el mundo no funciona así y aquí estamos para lo bueno y para lo malo. Si sólo publicásemos los acontecimientos felices, estaríamos mintiendo a la gente. Y es lo último que nos faltaba.


Me dicen que soy una romántica del periodismo. No lo creo. Lo único que sé es que hay que tener unos principios y unos valores éticos y férreos para ser un buen profesional de la comunicación. Pero, sobretodo, no podemos vender esos ideales a cualquier precio.

jueves, 29 de abril de 2010

Vieja amistad...


Cuando la primavera, tardía eso sí, comienza a dar paso a los albores del verano todo sufre de un constante movimiento. La gente sale de sus frías guaridas para desentumecerse de los estragos del largo invierno. Capítulo aparte merecen las parejas. Y no sólo me refiero a las que comparten un sentimiento de empalagoso amor sino a las formadas por viejos amigos que protagonizan un reencuentro. Y esa es la historia que nos ocupa.

Ella había vivido tardes y noches mágicas, épicas, duras, desoladoras, soleadas, lluviosas y frías… Las había sellado en la retina de todos aquellos que fueron testigos de lo que acontecía en sus entrañas y alrededores. Y a pesar de tener un historial envidiable cargado de vivencias cayó en una espiral de monotonía que se dirigía a la locura más desconcertante. No encontraba la chispa que rompiese ese tedio.


Él llegó una tarde de otoño, cuando las hojas llenaban las aceras y los chiquillos jugaban a destrozar con sus saltos los montones apilados que los barrenderos disponían a lo largo de las calles. Fue un relámpago fuerte, un rayo cegador, un trueno potente. Todo digno de una tormenta de verano. Pero al contrario que ésta que viene y va sin darnos tiempo a refugiarnos de su imprevisible lluvia, él llegó para quedarse y formar parte de ese almanaque de historias que ella albergaba en su interior.


Como en las “buenas” películas con las que nos bombardea Hollywood, el inicio fue complicado. No calaron el uno en el otro. Ella desconfiaba de su frescura, de su atrevimiento y de su juventud llena de vida. A él no le salía nada bien con ella. Con el paso de los momentos se desesperaba y su ansiedad por triunfar en el primer asalto se convirtió en su peor enemigo aquella noche de otoño. Con todo en contra, no dejó mal sabor de boca y supo que tendría tiempo de rematar la faena.

Así comienza una historia de amistad en la que cada miembro de esta singular pareja ha escrito a fuego su nombre en el otro. Paso a paso gestaron una conexión única que se hacía aún más latente cuando él volvía a esa ciudad y se reencontraba con ella. Juntos dieron forma a noches inolvidables y centenarias que aún hoy son recordadas en los corrillos o en las conversaciones de tiempos mejores y más gloriosos.


Quedaba por escribir el último capítulo. Es complicado asumir que ya no habrá más. Es, también, el más triste de todos porque la vida decidió sacarle de ese camino de baldosas que habían construido durante dieciséis años. Ambos sabían que su marcha estaba escrita pero llegaba antes de lo previsto. Él se alzó heroico, contra todo y contra todos. A medio gas y en el último suspiro de una noche primaveral le dio todo lo que no pudo entregarle aquel lejano otoño. Se cerraba así un círculo histórico que entraña una magnífica relación de dos viejos amigos separados por algo más de 300 kilómetros y que será contada en ambos bandos por el señorío que impregna, la leyenda que queda grabada y por el colofón más perfecto que ni ellos pudieron soñar.



¿Sus nombres? Raúl González Blanco y La Romareda, estadio municipal de Zaragoza.

martes, 13 de abril de 2010

Llanto desesperado



A una carta le responde otra carta que más que letras es un canto desesperado. Un grito sin retorno. Un chillido desgarrado. Una voz que se consume ahogada por las lágrimas.


No te diluyas. No me disuelvas. Te lo pido. Te lo ruego. Te lo suplico. Te lo imploro. No abandones nuestra burbuja llena de fallos y defectos que es lo que la hace perfecta. No dejes a la otra mitad de este binomio huérfana de un hombro sobre el que llorar y sobre el que esconder una sonrisa o una carcajada. No le prives del candor de tus brazos ni del tacto de tu piel. No borres las charlas a la luz de la luna, balo el sol abrasador, alrededor de un café o compartiendo una botella de ron.


Por favor, querido, no rompas en mil añicos ese camino de baldosas negras y blancas que tanto nos ha costado construir. No te tires del barco porque esta vez me prohíbes cumplir una máxima universal que me obliga a ir detrás de ti si esa es tu decisión. Deja prendida una última llama, por pequeña y débil que sea, y vamos a agarrarnos a ella como si fuese nuestra última llave para salvarnos. Pero hagámoslo juntos.


Hoy he salido al mundo y todo era destrucción, caos, ruina. Un desastre patas arriba. Y yo en medio, a punto de caer en un siniestro estado de locura causado por la impotencia de ver cómo todo se venía abajo, sin poder hacer otra cosa que no sea llorar como los débiles y agachar la cabeza por miedo a mirar de frente a la realidad y asumir que estoy jodida sin ti. Muy jodida y asquerosamente perdida. Y te lo confieso igual que tú lo has hecho este martes y 13 que es de todo menos gafe.


Aparto mi careta veneciana para susurrarte que nunca eliminé el remolino de sensaciones que me causabas, que sólo lo mantenía bajo control. Estricto, eso sí. Las ilusiones se han desvanecido. Se han borrado de un plumazo las ganas de reír, de viajar, de coquetear con el límite de la perdición, de soñar, de ir al cine, de escuchar mi música, de escribir, de ser periodista, de sentir, de amar, de ver, mirar y observar detalles, de pasear, de dormir, de comer... Se han ido las ganas de ser persona, de vivir... No sé cómo es la vida sin ti, no sé si tiene sentido, si existe el impulso necesario que me saque cada mañana de la cama y me haga beberme el día. Y hasta hoy he creído firmemente que el desdoblamiento de nuestro camino de baldosas no era perenne e infinito sino que existía un punto en el que se volvía a juntar. Sólo teníamos que aprender a esperar. Mis esquemas se rompen cuando te cuento que en mis planes de futuro, porque éstos existen aunque lo niegue un millón de veces, el único que apareces eres tú.


Pero ahora ¿esto qué importancia tiene? He echado a correr bajo una fina capa de lluvia que riega Madrid, acojonada sin querer mirar atrás y sin querer parar. He sobrepasado el límite del bien para evadirme del mundo y creer a pies juntillas que todo ha sido una maldita pesadilla. pero ni siquiera el lado oscuro con el que juego cada noche ha podido aliviarme...


Me cuesta recordar tu cara, el sonido de tu voz, tu figura, tu olor, el tacto de tu piel... Te vas de mi vida o me echas de la tuya y más que nunca me hundo porque no sé qué hará conmigo la gente y el mundo ahora que ya no estás tú...



Órdago a grandes

jueves, 8 de abril de 2010

Lorenzo


El polen de las gramíneas ya juega divertido a viajar en el leve viento que azota Madrid estos días. Las flores comienzan a despertarse de su letargo invernal y a llenar de color y suaves aromas las calles de la capital. La luna retrasa su visita un poco más cada día algo que los niños aprovechar para agotar sus últimas fuerzas en cualquier parque donde, por cierto, el verde tiene más brillo en las hojas de los árboles y en el césped que se exhibe mullido, presumido y acogedor.


Lorenzo dirige esta armonía que sale de los instrumentos que componen la primavera. Y mientras su fuerza aumenta en las horas centrales del día y se agradece en las últimas cuando deja paso a su hermana gemela y grisácea, se agrandan las ganas de vivir de humanos, animales y plantas. Se incrementa el ritmo, las pulsaciones, las ganas de vivir.


Y como en todo, hay un pero que en esta ocasión es inversamente proporcional a la sensación que provoca Lorenzo. Si normalmente el ansia por agotar las horas de luz que nos proporciona el astro rey impulsan las ganas de vivir a mí me las anula. Mi fuerza para salir cada mañana al mundo disminuye a gran escala cuando Lorenzo brilla presumido a partir del 21 de marzo. Si a ustedes la primavera, la sangre les altera a la que escribe se la revuelve. Y lo hace de tal forma que me planteo todo tipo de asuntos relevantes, irrelevantes, idiotas, trascendentales, paranormales, laborales, sociales e incluso sentimentales. Digo incluso porque esta parcela la desterré de mi vida en el momento que vi que coartaba mis ansias de vivir siempre al límite sin depender de nada ni de nadie.


Así que mientras la gente sale a la calle a nutrirse de las estupendas vitaminas que nos proporciona Lorenzo yo me echo a las aceras resignada a entregar las pocas fuerzas y el casi inexistente ánimo al astro rey... Aunque le gente lo crea triste y apagado, siempre fui más invernal... Puede que los dos adjetivos con los que lo he definido casen con las características de mi persona...

martes, 30 de marzo de 2010

Bang!


No sabía si su último cartucho serviría para salvar algo que se deshacía igual que lo hace el azúcar en una taza de café caliente pero lo intentó apelando a un lema que se sigue escuchando en los recreos de todos los colegios cuando alguien pierde: Lo importante es participar.

Cargó a sus espaldas con todo el peso y con toda la culpa de aquel destrozo. Era la última ronda para Lady Drama y no se le quedó cara de pez sino de póquer. Desubicada y sin capacidad para pensar. Salió a la calle a caminar. Sin rumbo fijo y como objetivo final, olvidar.

Le pidió perdón sin saber qué había hecho mal. Sin conocer las razones por las que le suplicaba su lástima y su redención. Creyó que esa era su última baza y no le importó perder su dignidad y la poca cordura que le quedaba. Igual que Ana imaginó que fue culpa de su prisa que la hizo salirse más de una vez, ya se sabe, los excesos y las ganas de correr. Tuvieron algo y eso la hizo tenerse en pie, mil historias, algo en lo que creer.

O quizás el problema fue que ella jugaba una ruleta rusa continua. Sus rivales el riesgo, la autodestrucción. Permanentemente a punto de rebasar el límite, rozando la perdición. Siempre con prisa por algo, siempre a contrarreloj, siempre planeando un cambio que nunca llegaba. Siempre sin frenos como Margot. No sabe dónde están sus poderes ni su fuerza de convicción. Tampoco qué hará con ella la gente ahora que él ya no está. No pudo seguir con su rueda, ella siempre puesta hasta la bandera… Comenzó a montar la fiesta sola en su habitación.

Pero a pesar de tener más noches que la luna, de poner a la peña de pie, de ser más viciosa que ninguna y a la vez tan difícil de coger probó fortuna con héroes de barrio y con él también. Y eso que muchos dudaron que fuese a volver… Quizás esto ha caído en el olvido más profundo de su ser, no recuerda que la estrella de los tejados le eligió a él… Y de esto nunca habló igual que tampoco lo hicieron los diarios de Lady Madrid.

Ahora no hay consuelo para Lady Drama que ha retrocedido. Un remolino gira en su mirada desbordaba de alcohol. No entiende qué es lo que pasa. Se largó haciendo eses y no volvió en cinco meses…

sábado, 27 de marzo de 2010

¡Encesta ya!


Llámame tonta. Califícame de idiota. Ponme el cartel de inmadura. Cree que soy una niñata. Piensa lo que quieras pero cada segundo que pasa siento que esto se nos escapa como la arena con la que jugábamos en verano en una playa catalana.


Conoces cada centímetro de mi cabecita loca. Has recorrido cada milímetro de mi piel. Parece que hayas vivido cada uno de los momentos que dan forma a mi vida en los que tú no has estado presente, que son muy pocos por otra parte. Por estas simples razones no entiendo qué pasa ahora. Por qué siento que yo sigo en el planeta Tierra y tú estás más allá del Universo...


No es una cuestión de orgullo. Tampoco de fidelidad a unos principios. Es más de lo mismo. Regresar a algo que ya hemos vivido. Una situación que hemos superado en otras ocasiones como mejor hemos podido. Y creo que por eso llega el cansancio y las ganas anuladas de luchar contra un muro, de dar cabezazos contra una pared que devuelve los golpes llena de rabia, de seguir respirando por los dos. No puedo pedirte perdón por no tener fuerza para tirar del carro en el que viajamos juntos. O al menos físicamente porque, querido, tú seguías a mi lado pero tu pensamiento estaba desde hace tiempo muy lejos...


Lo que sí haré una vez más será negarme a que esto se termine por una tontería. Me agarraré a ello como si fuera un clavo ardiendo, como si se tratase de la última tabla de salvación. Creo en ello y por eso sé que nos salvará esa fe inquebrantable.


Te preguntarás porque apuesto por ello a ciegas sabiendo que puedo perder. Tengo más de mil razones guardadas en una caja en el fondo de mi alma. Si las sacase estaríamos disfrutando de ellas hasta la eternidad. Nos haríamos inmortales con nuestros propios momentos.


Contigo aprendí a abrazar. A sonreír de verdad. A hacerlo con los ojos. A hablar con una mirada y con un gesto. A pensar sincronizadamente. Supe qué era una caricia sincera, un toque a tiempo en el hombro, un roce. Saboreé unas manos entrecruzadas bajo la mesa, en una multitud, en la oscuridad de una sala de cine, en un viaje en autobús o en un simple paseo. Aprendí qué es tener un hombro siempre alerta para recoger mis lágrimas, mis miedos, mis ansias de vivir rápido, mis sueños, mi cansancio, mis derrotas... ¿Recuerdas cuando te decía que sentía que los brazos me sobraban en demasiadas ocasiones? Eso también lo solucionaste: Un brazo lleno de comodidad que te rodea cuando Morfeo te gana la batalla, que te protege cuando te tiemblan las piernas, que te atrae contra ti para poder sentir el ritmo acelerado de tu corazón, que te aúpa cuando las fuerzas han desaparecido, que te dice que estás ahí y no te marcharás jamás...


Pero sobretodo aprendí a expresar ese remolino de sensaciones, sentimientos y emociones que me sacudían por dentro y me castigaban por no saber sacarlos fuera. Por eso ahora te digo la verdad cuando te advierto que se me empiezan a olvidar todas estas cosas. Señal de que algo no va bien. Tú, querido, tienes la pelota en tu campo. Me da igual si es de fútbol o de baloncesto. Elige la que más rabia te dé. Cógela y encesta o marca un gol; eres el único que puede solucionar esto y lo sabes. Pero hazlo rápido porque nos consumimos querido...

lunes, 22 de marzo de 2010

Maletas


¿Cuántas horas hemos perdido a lo largo de nuestras vidas en los aeropuertos, en las estaciones de tren, en las de autobuses, en las gasolineras repostando o en un cruce de caminos mirando un mapa que nunca nos da la respuesta correcta?

¿Cuántos minutos esperando trasbordos, facturaciones, controles de acceso?

¿Cuántos segundos hemos invertido en preparar grandes maletas, simples mochilas de fin de seman o pequeñas malestas donde no falta de nada?

¿Cuánto tiempo perdido a bordo de aviones, trenes, autobuses o coches?



Menos mal que siempre quedan grabados los paisajes de cada una de estas pérdidas de tiempo que suponen un viaje...

lunes, 22 de febrero de 2010

Sentimientos impuestos




Hace un par de semanas estaba haciendo la compra en uno de estos lugares, que pertenecen a una gran cadena comercial española, donde tienen de todo. Mientras esperaba la fila me fijé en un hombre que, apresurado, intentaba elegir uno de los ramos de rosas que ofrecían con motivo de la ¿festividad? del 14 de febrero.


Estos detalles que nos muestra la vida de vez en cuando dan que pensar. ¿Nos imponen los sentimientos? ¿Por qué nos vemos obligados a mostrar las sensaciones que nos provocan las personas un día concreto? ¿No es mejor sorprender a nuestros seres queridos? Es increíble como la sociedad, poco a poco, nos ha obligado a celebrar cosas de estas que no son más que consecuencias de un consumismo que nos devora sin ser conscientes de ello. Lo mejor de todo es que vivimos en un tiempo en el que todo se ha deshumanizado y las parejas se rompen con mayor facilidad. Hemos olvidado el significado de palabras como fidelidad, compromiso, compartir... Pero aún así nos piden que demostremos nuestro amor a la persona que comparte con nosotros cada segundo del día... Contradicciones increíbles...


Esto es en lo que creo. El amor ha dejado de existir y ha pasado a ser una necesidad que los humanos necesitan cubrir igual que la sed o el hambre. Así pasa. Se hace rápido y mal y las consecuencias son fatales. Las personas creen en un compromiso que se tambalea cada segundo porque se olvidan que en este juego llamado amor hay que perder para poder ganar. Nos imponen sentir, nos imponen tener una relación porque eso dará estabilidad a una parte de nuestras necesidades humanas... Todo eso nos lleva al fracaso en dicha parcela y cuando una persona empieza a acumular varios tropezones se olvida de cubrir esa parcela y, por supuesto, del objetivo primitivo de compartir un sentimiento que no es otro que unir caminos para complementarse y estar un pasito más cerca de la utópica felicidad.


Probablemte sea mejor ser cobarde y no comprometerse con nadie más aparte de con nosotros mismos o quizás nos fuese mejor si nos comprometiésemos cada noche con alguien del que no sabremos nada al día siguiente... Lo que sea antes de vivir una farsa que se hace aún más latente el 14 de febrero...

sábado, 13 de febrero de 2010

Pasos acelerados


Cada día baja corriendo las escaleras mecánicas del intercambiador con la prisa metida en el cuerpo porque parece que pierde el metro que la aleja cada tarde del ajetreo de la gran urbe. No tiene tiempo de aburrirse, por ello cada día tiene sus pensamientos inmersos en algo: Un libro, el periódico, sus cascos de música... La misma rutina de siempre, los mismos actos mecánicos que podría hacer con los ojos cerrados. Todo ello ejecutado con la indiferencia de la que no se cree observada. De la que piensa que nadie se fija ni vigila cada uno de sus movimientos.


Sentado en una esquina de las escaleras del intercambiador la observa cada tarde a esa hora en la que la fuerza de voluntad debe ser más poderosa que el sueño si no quiere perder la batalla. Siempre corriendo, siempre justa de tiempo. Eso es algo que ya nunca podrá cambiar. Su bolso negro es su compañero perenne. Algunso días lee unperiódico deportivo, otros se entrega a la lectura y a su poder de evasión. Muchas veces lo acompaña de su música americana que golpea lsus tímpanos sin que a ella le afecte. La costumbre... En otras ocasiones habla por el teléfono o manda un mensaje desde su móvil. Siempre tiene algo en la mente. Eso es lo que la mantuvo a flote en otros tiempos teñidos de un negro azabache intenso. La falta de tiempo para perderlo en nimiedades hizo que se deshiciese de sus recuerdos pero esto es algo que él era incapaz de percibir.


Así todos los días. Así cada tarde a primera hora. Todo igual. Cuando la noche cae y ella regresa las cosas son distintas. Él toma nota de sus acompañantes, del gesto cansado de su cara, de los últimos coletazos de conversaciones que acaban al pie de las escaleras... Y ella actúa de forma natural obviando la presión de dos ojos que la estudian minuciosamente. Todo esto a él le produce regocijo porque ve que la vida de esa persona ha evolucionado pero sigue estancada en el frente de los sentimientos. Es la única forma de sentirse superior a la mejor persona que ha pasado por su vida, a la mujer que renunció a sus ansias de libertad y a su sed de aprender cientos de cosas nuevas por él. Claro que hay errores que pueden ser subsanados a tiempo y él, sin quererlo, la ayudó en esto cuando la abandonó a su suerte.


Hoy las cosas han cambiado. Cuando ha bajada del metro, ha recorrido el andén como siempre. Ha subido las escaleras con sus pasos amplios y seguros igual que todos los días. Pero desde su situación no ha sido capaz de ver que una media sonrisa asomaba en sus labios. Y de pronto hay alguien esperándola pacientemente. Se funden en un abrazo cargado de cariño, intenso, lento, infinito... Él la besa suavemente y salen ignorando la mirada que los persigue. Una mirada que pertence a alguien que siente que se hunde sin remedio. Él eligió el equipo abocado al fracaso, ella nunca perdió la fe en sí misma y así constituyó la base de un éxito que se extendía en todos los frentes de su vida...

miércoles, 27 de enero de 2010

Algunos hombres buenos


Le conozco desde hace 23 años y un mes y todavía no he sido capaz de encontrar un sólo momento en el que me haya dado la espalda. Hemos tenido temporadas en las que se denotaba una gran falta de confianza pero sus pequeños gestos clandestinos me hicieron ver que tras esa 'falsa falta de confianza' albergaba un sentimiento lleno de orgullo y satisfacción.


Hoy al despertar he pensado que 350 kilómetros no son suficientes para impedir que estemos juntos en este frío 27 de enero. Pero noto cierta humedad en mi mirada cuando pienso en que ojalá pudiera acompañarle en este día, soplar las velas juntos o darle un abrazo...


Es el primer hombre de mi vida, bueno, y ahora el único para qué ocultar lo evidente. Es el hombre que llegaba tarde de trabajar, iba a mi habitación y me arropaba, entremetía las sábanas como a mí me gusta y me daba un beso de buenas noches. Es el hombre que cuando era un bebé intentaba dejar todo hecho para estar en casa a las ocho y bañarme, era su mejor momento del día. Es el hombre que me estrujaba el cerebro cuando no me salían los problemas de 'mates'. Es el hombre que me ayudaba con los trabajos de tecnología. Es el hombre que me llevaba a montar en bicicleta y a patinar a la avenida Cesáreo Alierta cuando aún la cortaban los domingos para que los niños jugásemos. Es el hombre que me llevaba al parque Miraflores a jugar o al Pignatelli a saltar en las camas elásticas.


Es el hombre que me inculcó el amor a los colores de un equipo. Es el hombre que, con muchas dudas, me llevó a la Romareda porque creía que me gustaba algo el fútbol. Es el hombre que hizo que me picase el gusanillo del tenis y del esquí. Es el hombre que cada mañana de domingo me despertaba para que viésemos juntos la F1 o el motociclismo. Es el hombre al que le falta tiempo para llevar aquí o allí o para hacerme un favor. Es el hombre con el que siempre discuto sobre historia.


Es el hombre que me traía churros de Maganto o del Satur. Es el hombre más bueno que conozco y la vida le ha puesto la zancadilla muchas veces y en la mayoría no se ha quedado sólo con eso sino que también le ha rematado pisoteándolo. Y nunca se ha vengado, siempre se ha levantado, con mayor o menos esfuerzo, y ha seguido tirando orgulloso y con la cabeza bien alta. Y cuando se ha levantado también lo ha hecho conmigo. Es el hombre que me ha contado todo lo que ha vivido: San Sebastián, Ibiza, París, Medinaceli, Soria, Zaragoza... Es el hombre con el que comparto mis gestos, mis manos, mi forma de andar y, sobretodo, la mirada intensa, profunda y de largas pestañas.


Es el hombre que un día quiso que yo fuese médico y le salí periodista. Ahí creció un muro demasiado alto y demasiado denso. Se acabó la complicidad y la comunicación y comenzaron los gritos, las discusiones, la sensación de haberle defraudado... La falta de confianza y el pesimismo se alojó entre nosotros. Y fue hace un año cuando conseguí derrumbarlo. Fue gracias a un pequeño artículo sobre Kevin Schwantz en un diario deportivo de tirada nacional; ése fue le primero al que le siguieron otros que, con orgullo, exhibía en el bar donde todos los día se toma su segundo café debajo de casa: "Es mi hija, lo ha escrito ella. Es que es periodista y trabaja en en este diario".


Es Roberto. Es mi padre. Y hoy es su cumpleaños. Felicidades desde Madrid...