martes, 30 de marzo de 2010

Bang!


No sabía si su último cartucho serviría para salvar algo que se deshacía igual que lo hace el azúcar en una taza de café caliente pero lo intentó apelando a un lema que se sigue escuchando en los recreos de todos los colegios cuando alguien pierde: Lo importante es participar.

Cargó a sus espaldas con todo el peso y con toda la culpa de aquel destrozo. Era la última ronda para Lady Drama y no se le quedó cara de pez sino de póquer. Desubicada y sin capacidad para pensar. Salió a la calle a caminar. Sin rumbo fijo y como objetivo final, olvidar.

Le pidió perdón sin saber qué había hecho mal. Sin conocer las razones por las que le suplicaba su lástima y su redención. Creyó que esa era su última baza y no le importó perder su dignidad y la poca cordura que le quedaba. Igual que Ana imaginó que fue culpa de su prisa que la hizo salirse más de una vez, ya se sabe, los excesos y las ganas de correr. Tuvieron algo y eso la hizo tenerse en pie, mil historias, algo en lo que creer.

O quizás el problema fue que ella jugaba una ruleta rusa continua. Sus rivales el riesgo, la autodestrucción. Permanentemente a punto de rebasar el límite, rozando la perdición. Siempre con prisa por algo, siempre a contrarreloj, siempre planeando un cambio que nunca llegaba. Siempre sin frenos como Margot. No sabe dónde están sus poderes ni su fuerza de convicción. Tampoco qué hará con ella la gente ahora que él ya no está. No pudo seguir con su rueda, ella siempre puesta hasta la bandera… Comenzó a montar la fiesta sola en su habitación.

Pero a pesar de tener más noches que la luna, de poner a la peña de pie, de ser más viciosa que ninguna y a la vez tan difícil de coger probó fortuna con héroes de barrio y con él también. Y eso que muchos dudaron que fuese a volver… Quizás esto ha caído en el olvido más profundo de su ser, no recuerda que la estrella de los tejados le eligió a él… Y de esto nunca habló igual que tampoco lo hicieron los diarios de Lady Madrid.

Ahora no hay consuelo para Lady Drama que ha retrocedido. Un remolino gira en su mirada desbordaba de alcohol. No entiende qué es lo que pasa. Se largó haciendo eses y no volvió en cinco meses…

sábado, 27 de marzo de 2010

¡Encesta ya!


Llámame tonta. Califícame de idiota. Ponme el cartel de inmadura. Cree que soy una niñata. Piensa lo que quieras pero cada segundo que pasa siento que esto se nos escapa como la arena con la que jugábamos en verano en una playa catalana.


Conoces cada centímetro de mi cabecita loca. Has recorrido cada milímetro de mi piel. Parece que hayas vivido cada uno de los momentos que dan forma a mi vida en los que tú no has estado presente, que son muy pocos por otra parte. Por estas simples razones no entiendo qué pasa ahora. Por qué siento que yo sigo en el planeta Tierra y tú estás más allá del Universo...


No es una cuestión de orgullo. Tampoco de fidelidad a unos principios. Es más de lo mismo. Regresar a algo que ya hemos vivido. Una situación que hemos superado en otras ocasiones como mejor hemos podido. Y creo que por eso llega el cansancio y las ganas anuladas de luchar contra un muro, de dar cabezazos contra una pared que devuelve los golpes llena de rabia, de seguir respirando por los dos. No puedo pedirte perdón por no tener fuerza para tirar del carro en el que viajamos juntos. O al menos físicamente porque, querido, tú seguías a mi lado pero tu pensamiento estaba desde hace tiempo muy lejos...


Lo que sí haré una vez más será negarme a que esto se termine por una tontería. Me agarraré a ello como si fuera un clavo ardiendo, como si se tratase de la última tabla de salvación. Creo en ello y por eso sé que nos salvará esa fe inquebrantable.


Te preguntarás porque apuesto por ello a ciegas sabiendo que puedo perder. Tengo más de mil razones guardadas en una caja en el fondo de mi alma. Si las sacase estaríamos disfrutando de ellas hasta la eternidad. Nos haríamos inmortales con nuestros propios momentos.


Contigo aprendí a abrazar. A sonreír de verdad. A hacerlo con los ojos. A hablar con una mirada y con un gesto. A pensar sincronizadamente. Supe qué era una caricia sincera, un toque a tiempo en el hombro, un roce. Saboreé unas manos entrecruzadas bajo la mesa, en una multitud, en la oscuridad de una sala de cine, en un viaje en autobús o en un simple paseo. Aprendí qué es tener un hombro siempre alerta para recoger mis lágrimas, mis miedos, mis ansias de vivir rápido, mis sueños, mi cansancio, mis derrotas... ¿Recuerdas cuando te decía que sentía que los brazos me sobraban en demasiadas ocasiones? Eso también lo solucionaste: Un brazo lleno de comodidad que te rodea cuando Morfeo te gana la batalla, que te protege cuando te tiemblan las piernas, que te atrae contra ti para poder sentir el ritmo acelerado de tu corazón, que te aúpa cuando las fuerzas han desaparecido, que te dice que estás ahí y no te marcharás jamás...


Pero sobretodo aprendí a expresar ese remolino de sensaciones, sentimientos y emociones que me sacudían por dentro y me castigaban por no saber sacarlos fuera. Por eso ahora te digo la verdad cuando te advierto que se me empiezan a olvidar todas estas cosas. Señal de que algo no va bien. Tú, querido, tienes la pelota en tu campo. Me da igual si es de fútbol o de baloncesto. Elige la que más rabia te dé. Cógela y encesta o marca un gol; eres el único que puede solucionar esto y lo sabes. Pero hazlo rápido porque nos consumimos querido...

lunes, 22 de marzo de 2010

Maletas


¿Cuántas horas hemos perdido a lo largo de nuestras vidas en los aeropuertos, en las estaciones de tren, en las de autobuses, en las gasolineras repostando o en un cruce de caminos mirando un mapa que nunca nos da la respuesta correcta?

¿Cuántos minutos esperando trasbordos, facturaciones, controles de acceso?

¿Cuántos segundos hemos invertido en preparar grandes maletas, simples mochilas de fin de seman o pequeñas malestas donde no falta de nada?

¿Cuánto tiempo perdido a bordo de aviones, trenes, autobuses o coches?



Menos mal que siempre quedan grabados los paisajes de cada una de estas pérdidas de tiempo que suponen un viaje...