domingo, 19 de septiembre de 2010

Hoteles de lágrimas




Hoy luce sol sobre MotorLand pero es porque al cielo no le quedan más lágrimas. O quizás porque a las 10.30 todos los que integran el maravilloso mundo del motociclismo se han reunido en la parrilla para homenajear a Shoya Tomizawa y al cielo no le ha quedado otra que sonreír.


Desde el jueves, el trazado aragonés se convirtió en un hotel de lágrimas igual que lo hacen las almohadas por las noches cuando reciben el rostro de un alma con el corazón roto. Por lo que sea. El cielo lloraba porque faltaba un piloto en la parrilla de Moto2 y en el ambiente se notaba que algo había cambiado. Que nada era igual en la puesta de largo de MotorLand.


Brilla el astro rey. El cielo sonríe. Anoche una estrella más observa a todos los pilotos del Mundial de motocicilismo, una estrella rasgada como la mirada de Shoya, una estrella infinita como la sonrisa de Tomi, una estrella histórica como el primer triunfo en la nueva categoría de Moto2 en Qatar. Una estrella que cuida de todos ellos para siempre...


Porque todos tenemos (o eso queremos creer) una estrella que nos cuida desde algún punto. Y el viernes las almohadas de las personas que más cerca están también se convirtieron en un alojamiento improvisado de unas lágrimas que surcaban los rostros recordando a Luis, el carpintero. No sé si sería buen padre o mejor abuelo porque no fui testigo de ello. Sólo sé que la vida nos lo quitó antes de tiempo por un maldito error médico y nunca me pudo construir una casita de madera para mis muñecas. El ser que decide entre la vida y la muerte, me dejó su taller con un olor permanente a madera y sus cientos de herramientas. Y en aquel lugar que ya no existe pasé las tardes veraniegas de una infancia en la que eché de menos a mis abuelos porque ese mismo ser sólo me dejó a Concha, la mujer de Luis, que sigue perenne al pie del cañón, capeando el temporal, resistiendo.


Estas son mis letras abuelo y son mi regalo porque sé que donde quiera que estés, eres una de las estrellas que me cuidan, lees lo que sale de mi pluma, lo disfrutas y lo comentas junto a David, Manuel y Liduvina que también se fueron antes de tiempo. Uno más que los otros.


¡¡Felicidades abuelo LUIS!!

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