-Te llamaré cuando salga de trabajar
Y ella se sonrió a sí misma. Se fue a cenar con una amiga para hacer tiempo hasta que él saliese de trabajar y recibiese su llamada. A las 22.30 se despidió de su amiga y fue caminando despacito hacia su piso. En el fondo ambas sabían que no la llamaría nunca. A pesar de todas las ostias que la había dado ella aún guardaba una minúscula llama de esperanza en el fondo de su alma. Llegó a casa y supo que él también estaba en la suya. Se acostó adormecida por la radio que sonaba de fondo y dejó el móvil en la mesilla...
Efectivamente, él no llamó esa noche. Ni al día siguiente. Jamás recibió un mensaje o una llamada suya. Y ella no hizo nada por remediarlo. Se había cansado de tirar de una amistad que desde el principio fue irreal...
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