miércoles, 27 de enero de 2010

Algunos hombres buenos


Le conozco desde hace 23 años y un mes y todavía no he sido capaz de encontrar un sólo momento en el que me haya dado la espalda. Hemos tenido temporadas en las que se denotaba una gran falta de confianza pero sus pequeños gestos clandestinos me hicieron ver que tras esa 'falsa falta de confianza' albergaba un sentimiento lleno de orgullo y satisfacción.


Hoy al despertar he pensado que 350 kilómetros no son suficientes para impedir que estemos juntos en este frío 27 de enero. Pero noto cierta humedad en mi mirada cuando pienso en que ojalá pudiera acompañarle en este día, soplar las velas juntos o darle un abrazo...


Es el primer hombre de mi vida, bueno, y ahora el único para qué ocultar lo evidente. Es el hombre que llegaba tarde de trabajar, iba a mi habitación y me arropaba, entremetía las sábanas como a mí me gusta y me daba un beso de buenas noches. Es el hombre que cuando era un bebé intentaba dejar todo hecho para estar en casa a las ocho y bañarme, era su mejor momento del día. Es el hombre que me estrujaba el cerebro cuando no me salían los problemas de 'mates'. Es el hombre que me ayudaba con los trabajos de tecnología. Es el hombre que me llevaba a montar en bicicleta y a patinar a la avenida Cesáreo Alierta cuando aún la cortaban los domingos para que los niños jugásemos. Es el hombre que me llevaba al parque Miraflores a jugar o al Pignatelli a saltar en las camas elásticas.


Es el hombre que me inculcó el amor a los colores de un equipo. Es el hombre que, con muchas dudas, me llevó a la Romareda porque creía que me gustaba algo el fútbol. Es el hombre que hizo que me picase el gusanillo del tenis y del esquí. Es el hombre que cada mañana de domingo me despertaba para que viésemos juntos la F1 o el motociclismo. Es el hombre al que le falta tiempo para llevar aquí o allí o para hacerme un favor. Es el hombre con el que siempre discuto sobre historia.


Es el hombre que me traía churros de Maganto o del Satur. Es el hombre más bueno que conozco y la vida le ha puesto la zancadilla muchas veces y en la mayoría no se ha quedado sólo con eso sino que también le ha rematado pisoteándolo. Y nunca se ha vengado, siempre se ha levantado, con mayor o menos esfuerzo, y ha seguido tirando orgulloso y con la cabeza bien alta. Y cuando se ha levantado también lo ha hecho conmigo. Es el hombre que me ha contado todo lo que ha vivido: San Sebastián, Ibiza, París, Medinaceli, Soria, Zaragoza... Es el hombre con el que comparto mis gestos, mis manos, mi forma de andar y, sobretodo, la mirada intensa, profunda y de largas pestañas.


Es el hombre que un día quiso que yo fuese médico y le salí periodista. Ahí creció un muro demasiado alto y demasiado denso. Se acabó la complicidad y la comunicación y comenzaron los gritos, las discusiones, la sensación de haberle defraudado... La falta de confianza y el pesimismo se alojó entre nosotros. Y fue hace un año cuando conseguí derrumbarlo. Fue gracias a un pequeño artículo sobre Kevin Schwantz en un diario deportivo de tirada nacional; ése fue le primero al que le siguieron otros que, con orgullo, exhibía en el bar donde todos los día se toma su segundo café debajo de casa: "Es mi hija, lo ha escrito ella. Es que es periodista y trabaja en en este diario".


Es Roberto. Es mi padre. Y hoy es su cumpleaños. Felicidades desde Madrid...

martes, 19 de enero de 2010

¿Justicia es lo mismo que venganza?


Dicen que existe un Dios. Y que éste es justo. Los golpes que nos da la vida, para bien o para mal, nos hacen pararnos, hacer un alto en el camino y darnos un tiempo para pensar, para reflexionar.

Desconozco si ese Dios que espera para juzgarnoa y en el que las distintas religiones basan su inquebrantable fe es justo en esta vida, en la siguiente o en la que ya tuvimos. No sé si existe o no... Suelo creer en las que cosas tangibles, en lo que nos permite experimentar y sentir... Saquen sus propias conclusiones. Pero, sin ningún temor ni duda, puedo afirmar que ese Dios ha perdido la noción de lo que es justicia por lo que me inclino a pensar que probablemente en aquello que nos tiene guardado (ya sea una vida nueva, una reencarnación, un paraíso o algo parecido al Purgatorio) sí que lo será. Si no fuese así, no he entendido las normas del juego...

Y es entonces cuando me pregunto si en aquel lugar justicia será lo mismo que venganza. Si lo miramos fríamente, creemos que aquellas personas vacías de sentimientos cuyo único fin es hacer el mal (probablemente estén enfermas y ni ellas mismas lo sepan) serán castigadas por ello en el siguiente capítulo. Esperamos que todos sus actos cargados de veneno sean resarcidos. ¿No es eso venganza? Efectivamente... ¡Qué paradoja! Ese supuesto Dios de la religión que ustedes quieran sucumbe ante la venganza, la cual alcanza casi el mismo nivel de castigo que cualquiera de los siete pecados capitales...

Permítanme, entonces, que me limite a creer en mí, en mi familia y en todos los que me rodean. Por lo menos sé de qué pie cojean...

miércoles, 13 de enero de 2010

"Hacemos el balance de lo bueno y malo, cinco minutos antes de la cuenta atrás"

Otro año más que pasa. Otro balance más. Esta vez no quiero huir de los tópicos porque 2009 más que nunca ha tenido sus cosas buenas y sus cosas malas. Supongo que esto lo dice el 99% de las personas y, por lo tanto, no me hace distinta pero es lo que hay. Algunos terminamos el año mejor de lo que empezamos. Otros, quizás, peor pero no creo 2010 sea más negro que el año que dejamos atrás. Lo último que se pierde es la esperanza… No reflexionaré más de lo que ya he hecho y menos porque la gente me lo sugiera cegada por el veneno. Quizás estos 365 que estrenamos pongan a cada uno en su lugar. Ojalá. No nos pillará por sorpresa amigos porque nosotros hace tiempo que ocupamos el lugar correcto. El de los vencedores.

Los malos recuerdos, los momentos más aciagos, los tropezones o los bajones suelen pesar más que los buenos instantes y lo cierto es que no sé por qué pero es así. El año que hoy nos deja empezó con buen pie y reconforta echar la vista atrás y rememorar aquellos días. Pero nunca 365 días pueden ser igual de buenos. Nos hemos topado con jornadas oscuras que intentaron mermar nuestros ánimos. Hemos cometido muchos errores y en nuestra mano está enmendarlos en 2010. O no. Cada cual puede hacer lo que desee.

Este año se han roto muchas cosas: Personas, planes, ilusiones, vidas compartidas y, por desgracia, amigos. Hemos dejado a muchas amistades por el camino a lo largo de 365 días. Unas pérdidas han dolido más que otras y han mermado los ánimos. Otras nos han venido bien para que se nos cayese la venda que cegaba nuestros ojos. Hubo tiempo para reavivar amistades que se habían enfriado por un viento gélido y oscuro. Pero todo no ha sido negativo, hemos ampliado nuestras fronteras y ahora tenemos nuevos personajes con lo que compartir cafés y confidencias. Bendito mes el de marzo que nos dio la oportunidad de conocer nuevos horizontes de la mano de personas increíbles. Se agradece también las circunstancias de acciones ajenas que nos hizo sentarnos un día, mirarnos a la cara y preguntarnos ¿qué estamos haciendo? Y después de eso fundirnos en un abrazo cargado de un sentimiento llamado amistad. Gracias a la vida por darnos ese regalo que nos merecíamos.Supongo que habremos aprendido algo de estas pérdidas y adquisiciones. Bueno o malo. Nos han dado muchos bofetones, algunas personas se los han llevado todos en el mismo carrillo, pero seguimos en pie. Además hemos recibido abrazos sinceros y cálidos; gestos de apoyo, una mirada sincera que nos dice ‘estamos aquí pase lo que pase’. Siempre sonriendo porque la vida, como dicen Rubén y Leiva, son dos días y tres cafés.

El año 2009 se va marcado por la licenciatura de cientos de periodistas. Algunos seguimos buscándonos la vida, otros disfrutan de un empleo mejor o peor, los hay que nos hemos metido en un máster o que se han dado cuenta que el periodismo no es lo suyo… Que genial fue aquel 20 de junio que se vio complementado, en mi caso, por unas prácticas que me dieron la vida y reafirmaron mis ganas de vivir el deporte cada día desde la tribuna de prensa.Las fiestas también han tenido su huequecito. Desde las noches de verano en un Madrid desierto hasta la playa de Gandía pasando por aquellas noches en casa de Natalia o las que vivimos en tierras griegas a bordo de un barco de ‘súper lujo’… Llegó septiembre y las FIESTAS con mayúsculas. Unas más para el saco de recuerdos. Y quizás las últimas, 2010 viene cargado de sorpresas. Recuerdo nuestro paso fugaz por Zaragoza en Pilares, vosotros hicisteis grandes esos días. Ahora estamos inmersos en un máster que cada día nos sorprende un poco más sin olvidar que un dúa fuimos ‘Rácanos y aventureros’, algo que irá siempre a nuestra vera.

Pero todo esto no tendría sentido si no tuviese a gente a mi lado a la que poder contárselo. Es verdad que vamos a recordar 2009 porque hemos tenido momentos en los que lo hemos pasado francamente mal pero, sinceramente, yo lo guardaré en mi baúl con una etiqueta en la que ponga “Gracias a mis amigos superé un año complejo”. O al menos lo intentaré porque las ganas de viajar al pasado con una goma de borrar para poder eliminar momentos, actos o sentimientos son fuertes… También recordaré el noveno año del siglo XXI porque aprendí a sonreír y ser fuerte cuando nuestros enemigos intentaron abatirnos y porque, por primera vez, me he arrepentido de un error que cada día me pesa más. Algo para no contar a mis nietos si es que llegan algún día.
Espero que entremos en 2010 con una actitud. Unidos. Porque las adversidades crean lazos imposibles de romper. Seguiremos a nuestra manera pero siempre con la vista al frente y la cabeza alta. Lo que nos tenga preparado, bienvenido sea. Resistiremos porque preferimos morir de pie que vivir arrodillados como bien dijo Ernesto Che Guevara.

domingo, 10 de enero de 2010

Haciendo realidad los sueños


Aún vive en mi recuerdo, fresco como si se tratase de algo vivido ayer sábado por la noche, el primer partido que vi en directo. Desde las frías gradas de un estadio, viviendo cada pase, cada recuperación, cada centro al área... Sintiendo el aliento perenne de la afición... Empatizando con cada jugador, con cada uno de sus movimientos, con su alegría cuando las cosas salen bien o con su desasosiego cuando insistes pero no obtienes resultados...

Aquel día tiene nombre y apellidos: Raúl González Blanco. El 29 de octubre de 1994 pisé la Romareda con mi bufanda balnca y morada recién estrenada. Desde aquel momento la magia del fútbol entro en mí hasta el día de hoy. Y no me arrepiento de haber sido poseída por semejante sentimiento. Muchas tardes habitan en mi recuerdo en el campo del Real Zaragoza: Frío, calor sofocante, algunas tardes primaverales divinas y otras azotadas por la fuerza de nuestro Cierzo... Todas únicas. Todas mágicas.

No sólo vive en mí aquel Real Zaragoza - Real Madrid que supuso el debut del siete blanco; el primer día que pisé el Santiago Bernábeu ocupa su lugar junto a aquel partido. Fue un caluroso verano... El Real Madrid, campeón de Liga. El Real Zaragoza, campeón de la Copa del Rey (parece mentira que fuésemos grandes en algún tiempo demasiado lejano...) y yo pasando las vacaciones de verano en El Espinar (Segovia). El verano de 2001 transcurría sin ninguna novedad ni motivación fuera de lo ocurrido en los campamentos... Hasta que mi padre llegó un día a casa a la hora de comer y dijo: "Nos vamos a Madrid a comprar las entradas de la Supercopa".


Cuatro horas de fila, una entrevista para Antena3 y muchos nervios después llegamos a la taquilla y por fin tuve mi pase al paraíso. Dos días después entré al Bernábeu por primera vez. Un sueño hecho realidad. Dicen que es el Teatro de los Sueños y vaya si lo es... Antes del partido entramos a ver la Sala de Trofeos. No pude articular palabra alguna, corría de un lado a otro presa de la emoción que embriagaba mi pasión futbolera. Y de pronto... Las gradas. Un estadio vacío. Un silencio penetrante que augura una noche grande. El Santiago Bernábeu impresiona cien veces más vacío que lleno hasta la bandera... El final de la historia es de sobra conocido: Tras empatar a uno en la ida disputada en La Romareda, el Real Madrid aplastó a los zaragocistas con tres goles de Raúl González Blanco (y otro que debió subir al marcado en la primera parte pero que fue anulado injustamente...)

Esa fue la primera vez que pisé el gran Teatro de los Sueños. He repetido varias veces más. Todas diferentes, unas con mejor suerte que otras pero nunca igual que la primera vez. Esta tarde regreso a la Castellana. Pero será distinto. Veré el partido desde la tribuna de prensa... Otro sueño hecho realidad.