Aún vive en mi recuerdo, fresco como si se tratase de algo vivido ayer sábado por la noche, el primer partido que vi en directo. Desde las frías gradas de un estadio, viviendo cada pase, cada recuperación, cada centro al área... Sintiendo el aliento perenne de la afición... Empatizando con cada jugador, con cada uno de sus movimientos, con su alegría cuando las cosas salen bien o con su desasosiego cuando insistes pero no obtienes resultados...
Aquel día tiene nombre y apellidos: Raúl González Blanco. El 29 de octubre de 1994 pisé la Romareda con mi bufanda balnca y morada recién estrenada. Desde aquel momento la magia del fútbol entro en mí hasta el día de hoy. Y no me arrepiento de haber sido poseída por semejante sentimiento. Muchas tardes habitan en mi recuerdo en el campo del Real Zaragoza: Frío, calor sofocante, algunas tardes primaverales divinas y otras azotadas por la fuerza de nuestro Cierzo... Todas únicas. Todas mágicas.
No sólo vive en mí aquel Real Zaragoza - Real Madrid que supuso el debut del siete blanco; el primer día que pisé el Santiago Bernábeu ocupa su lugar junto a aquel partido. Fue un caluroso verano... El Real Madrid, campeón de Liga. El Real Zaragoza, campeón de la Copa del Rey (parece mentira que fuésemos grandes en algún tiempo demasiado lejano...) y yo pasando las vacaciones de verano en El Espinar (Segovia). El verano de 2001 transcurría sin ninguna novedad ni motivación fuera de lo ocurrido en los campamentos... Hasta que mi padre llegó un día a casa a la hora de comer y dijo: "Nos vamos a Madrid a comprar las entradas de la Supercopa".
Cuatro horas de fila, una entrevista para Antena3 y muchos nervios después llegamos a la taquilla y por fin tuve mi pase al paraíso. Dos días después entré al Bernábeu por primera vez. Un sueño hecho realidad. Dicen que es el Teatro de los Sueños y vaya si lo es... Antes del partido entramos a ver la Sala de Trofeos. No pude articular palabra alguna, corría de un lado a otro presa de la emoción que embriagaba mi pasión futbolera. Y de pronto... Las gradas. Un estadio vacío. Un silencio penetrante que augura una noche grande. El Santiago Bernábeu impresiona cien veces más vacío que lleno hasta la bandera... El final de la historia es de sobra conocido: Tras empatar a uno en la ida disputada en La Romareda, el Real Madrid aplastó a los zaragocistas con tres goles de Raúl González Blanco (y otro que debió subir al marcado en la primera parte pero que fue anulado injustamente...)
Esa fue la primera vez que pisé el gran Teatro de los Sueños. He repetido varias veces más. Todas diferentes, unas con mejor suerte que otras pero nunca igual que la primera vez. Esta tarde regreso a la Castellana. Pero será distinto. Veré el partido desde la tribuna de prensa... Otro sueño hecho realidad.
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