lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre el odio, la vanidad y demás pecados humanos

Según la RAE,
Vanidad (Del lat. vanĭtas, -ātis)
1. f. Cualidad de vano.
2. f. Arrogancia, presunción, envanecimiento.
3. f. Caducidad de las cosas de este mundo.
4. f. Palabra inútil o vana e insustancial.
5. f. Vana representación, ilusión o ficción de la fantasía.



El ser humano es algo tan maravilloso y tan complicado que da miedo. Cada representante es único, diferente e irrepetible. Unos nacen con un don para calcular y resolver fórmulas imposibles, otros para plasmar sobre un lienzo la realidad tal como es o bajo su punto de vista y otros para crear música que endulza nuestros oídos. Algunos ejemplos elegidos al azar en un abanico de posibilidades. Todo virtudes.

Sin embargo, hay otros representantes que tienen dones algo diferentes. Su interior está lleno de odio y de vanidad. De egoísmo y soberbia. De una ceguera que les impide ver más allá de la punta de su nariz para poder reconocer sus fallos y defectos. De rencor y odio. Es entonces cuando, en lugar, de deleitarnos con notas armónicas, con pinceladas certeras o con luz en un embrollo numérico, nos sorprenden con actos fatales y consecuencias nefastas haciendo daño a todo aquel que, lleno de buena fe, se cruza en su camino. Y en el fondo, estos seres humanos soportan una pesada losa compuesta por todas sus inseguridades y es por ello que sienten la necesidad de proyectarlas en el resto de humanos para herirlos. No merece la pena perder el tiempo ni nuestras ganas de ayudar. Hay que aprender a estar por encima de ellos por mucho que intenten buscar nuestros puntos más débiles buscando, rastreramente, hundirnos.

Y es que como dijo Platón, filósofo griego, "buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro".

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