sábado, 17 de diciembre de 2011
Cuando la suerte da miedo
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que quejarme era uno de mis pasatiempos preferidos. La suerte nunca caminaba a mi lado, me ignoraba y se desvivía con el resto. Así veía las cosas. ¡Qué equivocada estaba! Cada uno debe buscar su propia suerte y en el momento en el que empecé a luchar para lograr la mía, todo cambió. Fu entonces cuando me pregunté porqué había sido tan necia, porqué había perdido el tiempo lamentándome en lugar de salir y enfrentarme al mundo. Creo que es una parte de la madurez pero no estoy segura, aún estoy muy verde en esto de la vida...
Ahora siento vértigo. Esa sensación que aparece cuando todo va tan bien que hasta tienes miedo. Un día me levanté y me regalé cinco minutos de reflexión. Tenía todo lo que figuraba en mis sueños infantiles: un trabajo que amaba, dos familias, la de aquí y la de allí, un hogar perfecto... Y sonreí tanto que ese gesto que quedó tatuado de forma permanente en mi rostro. Pero, a la vez me acojoné. ¿Cómo podía ir todo tan bien? ¿Cómo era posible? ¿Estaba obteniendo los resultados de mi lucha? No contesté. Ni quiero. Me limito a vivir cada día al máximo, cargando mis baterías con optimismo e ilusión y dando gracias cada segundo por todo lo que he conseguido después de vivir varios reveses que hicieron daño en su momento pero ahora, ya no recuerdo cómo era aquel dolor. ¡Qué lujo!
Así que ahora vivo saboreando los momentos con mi familia, esa a la que liberé de la carga económica que supone mantener dos casas, dos vidas... Y lo hice gracias a la apuesta loca de la gente que confió en mí hace ya seis meses. Es genial ir cada día a trabajar y aprender algo nuevo, hacerte mejor persona y profesional mientras conoces más a la gente, llegando a incorporarla a tu grupo de amigos. Todo haciendo lo que más te gusta en esta vida: escribir. Entrar a formar parte de aquel lugar me llevó hasta mi nuevo hogar. Un lugar perfecto, lleno de conexión y de un sentimiento tan familiar que hace desaparecer cualquier tipo de añoranza. Y si hay que hablar de familias, no puedo olvidarme de la 'segunda', esos amigos que me dio aquel edificio gris... ¿Qué habría sido de mí sin ellos?
Y así, entre cucharada y cucharadas paso los días sin lograr desterrar el vértigo que aparece cuando todo va rodado. Saboreando lo que he logrado sin quejarme en absoluto. No son tiempos para ello.
sábado, 24 de septiembre de 2011
Paz interior
Tres años. Es lo mismo que 36 meses. Aproximadamente 156 semanas. Unos 1095 días. Tiempo. Mucho tiempo. Demasiado. Tanto que te acostumbras a esperar una de las cosas que más deseas. Y esa rutina se convierte en algo usual en tu vida y empiezas a darlo por perdido. La esperanza se disuelve como el azúcar en un vaso de café caliente y sigues caminando. Tirando pa'lante. Tratando de limpiar todo lo que van arrojando a tu tejado. Capeando los reveses de la vida, a veces provocados, a veces simplemente surgen. Ignoras a los que te dicen que la vida acaba poniendo a todos en el lugar que les corresponde porque parece que la vida está distraída y se olvida de colocar a algunas personas.
Es entonces cuando olvidas tu obsesión, cuando dejas de buscar eso que tanto anhelas. De pronto, sucede. Sin quererlo, sin esperarlo. Y te pilla lo suficientemente lejos como para que no te salpique. La venda de todos se cae al suelo y reconocen que, desde hace tres años, llevabais la razón. No llueven los perdones de palabra por todas aquellas acusaciones injustas, por todos aquellos actos que en su momento rasgaron alguna parte de tu interior. Algunos solicitan una disculpa con un cambio de actitud. Otros no, el valor nunca fue uno de sus fuertes.
Decides disfrutar el momento pero no sabes cómo. Quieres saltar, gritar, bailar, cantar, reír a carcajadas pero eres incapaz porque una inmensa paz interior te invade. Eso que tanto necesitabas y que es lo que marca la diferencia entre un buen fondo y uno que vive envenenado desde hace mucho tiempo. No te alegras de cómo han sucedido las cosas pero ves como todo vuelve a su cauce. La vida, tardía, logra indicar a cada una de las personas que te rodean en ese momento cuál es su lugar. El peso que has arrastrado durante tres años desaparece, eres más ligera, más libre... Vuelves a ser tú. Y como diría Quique González en 'Vidas cruzadas': Y una vez en calma, me largué...
domingo, 7 de agosto de 2011
Conspiración
Hace muchos años vi que una persona a la que admiro mucho sostenía un libro: El alquimista de Paulo Coelho. La juventud hizo que no comprendiese el libro cuando devoré las páginas del periodista argentino pero una frase se quedó grabada en mí: "Cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla".
Hace unos meses, dentro de mi nerviosismo innato, decidí que me iba a encargar personalmente de conspirar para lograr lo que más anhelaba. No me fío del Universo. Probablemente tiene cosas más importantes de las que hacerse cargo... Y yo me había cansado de esperar a pesar de que una de las últimas enseñanzas que me ha dado la vida es la paciencia, saber esperar el momento, aprender a cargar y a digerir todo lo que va cayendo. Algo muy complicado de asimilar.
Recuerdo ahora todas las frases y expresiones que hacen referencia a que la vida va poniendo cada cosa en su lugar y a cada uno en su camino. Yo me desvié del mío metiéndome en una locura que algún día, dentro de muchos años, contaré dentro del capítulo de mis pérdidas de cordura. Cuando fui consciente de que no era mi lugar, reaccioné. Temí que fuera tarde pero... no. ¿Suerte? No lo creo. Me decanto más por la opción de que la vida me había sacado de mi senda porque yo había desterrado la esperanza y la lucha de ella. Al ponerme en un sitio que no era el mío, aprendí a que no se puede abandonar un sueño porque estés cansado de esperar. Hazte amigo de la paciencia e invierte el tiempo que pasas aguardando tu lugar en seguir luchando.
Y de pronto apareció. La oportunidad de ocupar tu sitio. Las condiciones eran lo de menos, lo importante era luchar por conseguirlo. Peleé, lo conseguí y me quedo con dos frases de dos buenos amigos. Uno de ellos me dijo que la suerte siempre está con quien la merece. Otra que después de haber capeado los temporales que me lanzaba la vida, era el turno para que las cosas me saliesen bien.
En ello estoy. Tratando de que cada palabra, frase o texto sea mejor que el anterior para hacer extensible la ocupación de mi sitio. Dedicarme a esta profesión tan bella como es el periodismo, es el sueño que me marqué desde hace mucho tiempo. De momento, y a corto plazo, lo estoy consiguiendo. Después ya veremos si sigo ocupando mi lugar o tengo que volver a esperar mientras lucho por conseguir otro hueco. Pero por si acaso el Universo se olvida de conspirar para que se haga realidad, ya me encargo yo de hacerlo.
domingo, 10 de abril de 2011
Sueños de papel de periódico... mojado
Hace tiempo soñé con ser periodista y ganarme la vida con ello. Me gustaba poder contar a la gente lo que sucede en el mundo para que ellos formasen su propia opinión. Me gustaba escribir. Hablo en pasado porque el periodismo como tal casi ni existe. Los periodistas, cada vez más, se deben a la empresa que a final de mes les llena la cuenta del banco. La palabra mercenario no me gusta pero es lo más parecido que encuentro.
Siete años después de empezar a convertir mi sueño en realidad estoy lejos de la meta. Tras licenciarme en la UCM y luchar cada día en aquel nido de trepadores, decidí especializarme en periodismo deportivo. Mi pasión, lo que me mueve cada día. Busqué el único máster oficial en España sobre la materia y di con mis pasos en la UEM. Y durante este tiempo he viajado fuera a mejorar mis idiomas, he hecho prácticas en medios regionales y nacionales, no he parado de aprender... No sé si es culpa de la crisis o mía porque no soy lo suficientemente buena. Se me acaban las respuestas. La idea de no depender de mis padres que han sacrificado todo, tiempo y dinero, para que yo sea de mayor lo que quería ser de pequeña; de ser autosuficiente, de ganarme la vida como periodista de deshace como las hojas mojadas de un periódico.
El paro. Ese lugar donde estamos tantos. Demasiados. Me mataba. Me comía por dentro. Me destruía. Y apareció la oportunidad de irme a Mallorca a trabajar de algo tan lejano de lo que he aprendido en estos últimos siete años... Pero necesitaba sentirme útil, dejar de ser una carga. Me voy. Seis meses. Algo es algo. Y a mi vuelta ya no me esperará Madrid. Lo hará Zaragoza. Pero eso es otro capítulo del que me haré cargo dentro de seis meses porque el que empiezo cuando aterrice en Palma irá escrito aquí: http://ensaimadadesobrasada.blogspot.com/
La esperanza es lo último que se pierde. No sé si a mí me queda algo de ella... Ahora mismo no sé nada. Sólo tengo miedo ante lo desconocido.
jueves, 7 de abril de 2011
Carta a los de siempre
Tengo graves problemas para expresar lo que siento. No sé dar abrazos de los buenos. Intenté hacer un vídeo pero Movie Maker me ganó la batalla y no tengo Mac para utilizar Final Cut. Al final, recurro a las palabras. La gente dice que no se me dan mal, veremos...
Quiero ser breve. Una cosas es querer y otra poder, claro. Todos sabemos que ante un texto largo nos entra la pereza y no lo leemos. Lo esencial de esta carta es dar las gracias a las personas que llevan conmigo toda la vida. Mi vida consta de 24 años y pico y los primeros llegaron hace 21 años; a los demás los fichamos por el camino.
Gracias por estar ahí siempre porque este adverbio os define a la perfección. Siempre. Me gusta como suena. Gracias por sorprenderme una vez más y hacer que mi nivel de felicidad llegue hasta el infinito y más allá. Gracias por vuestros buenos deseos y vuestras promesas de visitar las islas. Gracias por hacer que, una vez más, os recuerde cada segundo de mi nueva aventura. La gente que la comparta conmigo puede que os acabe cogiendo manía de todo lo que voy a contar sobre los mejores amigos del mundo. Gracias por eso. Por ser mis AMIGOS. Que no es fácil, colegas hay muchos y de muchos tipos. Amigos buenos hay pocos y yo tengo un puñado grande. Soy muy afortunada. Y aunque no lo diga a menudo: os quiero.
Me voy pero volveré. Me largo al sitio por donde nace el sol español. Y allí os espero. Dentro de nada bajaré a la Chus un jueves a tomar café. Noviembre está al caer...
PD: ¡¡El vestido me queda perfecto!! Los cinco kilos que me he dejado por el camino han sido la clave <-- Esta es la forma perfecta de jo**r un texto
Cada uno de mis amigos, cuando éramos reyes... http://www.youtube.com/watch?v=oUQYGz6uFeE
martes, 15 de marzo de 2011
Un fortín histórico
Es temprano. Demasiado quizás. El paseo de Extremadura se agita perezoso. Es lunes y la ciudad empieza a espabilar al mismo tiempo que comenzamos a borrar otra semana más de marzo. La niebla se agarra a las riberas del río Manzanares que parece que quieran guardar celosamente un secreto entre el asfalto nuevo y los minúsculos espacios verdes recién estrenados que dotan de un aire diferente a esa zona mal aprovechada hasta hace poco tiempo.
Los trabajadores del Ayuntamiento de Madrid se mezclan con los que se dirigen hacia sus oficinas y entre ellos, los deportistas a pie, en bicicleta o incluso sobre las ruedas de unos patines. Desafiando al frío de marzo. Pocos se atreven, simplemente, a pasear pero los que lo hacen descubren uno de los secretos que guarda el río que baña Madrid.
De pronto, entre la niebla que comienza a perder espesor con la mañana aparece un fortín testigo de mil y una batallas si no son más que probablemente lo sean. Reflejado en las aguas pobladas de peces y aves e iluminado por los primeros rayos de sol que luchan con las grises nubes, aparece el estadio Vicente Calderón. Merece la pena tomarse unos minutos y observarlo. En su fachada acristalada aparecen cicatrices de las batallas que allí se han librado. Se puede pensar que le falta un pedazo de graderío para dejar de tener un talón de Aquiles y desterrar el sufrimiento que parece acompañar tradicionalmente al equipo colchonero. Pero no. No es así. No le falta nada. Ese pequeño punto de debilidad forma parte de su esencia. Que nadie se empeñe en difuminarlo hasta hacerlo desaparecer.
Como los grandes castillos de la Edad Medieval, el fortín rojiblanco se sitúa junto a un río. Primera pieza de su defensa. Cuenta con un ejército de aguerridos aficionados que nunca se rinden pase lo que pase. O pase quien pase que muchas veces es peor. Jamás. Por todo el barrio se escuchan sus gritos atronadores en noches despejadas en las que el viento se pone del lado de Neptuno. El aliento que llega a la plantilla, a la directiva, a los trabajadores del club... y les hace recordar quiénes son y a qué club pertenecen. No tienen por qué tener miedo. El talón de Aquiles se queda en una simple idea mitológica cuando se trata de librar una batalla. Y este fin de semana habrá una contra un rival que dicen es mejor y más poderoso. No hay nada que temer. Es el Atlético de Madrid. Es la afición colchonera. Es el equipo de Neptuno. Y el fortín del Manzanares, testigo privilegiado de cientos de batallas victoriosas. Sí, no negaré que también las hubo cruentas y con heridas de muerte pero todo héroe necesita de éstas para ser recordado eternamente.
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martes, 4 de enero de 2011
Marchando una de propósitos
En estos nuevos días de 2011 he divagado sobre varios puntos los cuales se han convertido en mis nuevos propósitos. Voy a intentar cumplirlos:
·No voy a adelgazar. Me da pereza. Y me he comido a mí misma varias veces. Eso cuesta un esfuerzo que pocos reconocen.
·Y tampoco voy a aprender inglés porque no tengo dinero para pagarme una academia y SeriesYonkis es un filón.
·Voy a intentar estar más en contacto con algunos de mis amigos que no están cerquita de mí. En esto soy la peste. Y seguiré cuidando a los que están al lado.
·Seguiré haciendo broches. Artista bohemia.
·Trataré de espabilar para no volver a perder el tiempo con la gente que no merece la pena. Aquí me tengo que esforzar mucho porque soy muy parda.
·Dejo la vida nocturna. Sólo voy a salir una vez al mes. Y no porque no me guste la fiesta. Hay que ahorrar.
·No dejo el gin-tonic. La cerveza sí, al 99%.
·Quiero aprender a tocar la guitarra. En serio. Necesito una, ¿dónde las venden baratas?
·Conduciré mejor.
·Volveré a tatuarme. Cuando ahorre. Estoy desequilibrada. Lo necesito.
·Me voy a cuidar más. Sacaré la chica que debo llevar dentro (consejo de Navidad). Ese rollo de las cremitas y tal.
·Veré menos telebasura. Es decir, sintonizaré menos T5.
·Leeré. Más aún.
·E iré más al cine. Ahorraré para ello. ¡Viva la versión original!
·Dejaré mis altas cotas de cotilleo y crítica.
·Superaré la edad del pavo.
·Más música en inglés. Más. Más. Más. More.
·Iré más a Zaragoza. Hogar dulce hogar.
·Y menos a un sitio donde cada vez hay más personas que me gustaría que no existiesen. Paso de cometer delitos.
·Se acabaron las tonterías de hacer peña. Salvo milagro que espero que no ocurra. Tirar el dinero en este tiempo está feo.
·Voy a pasear diariamente durante una hora. Las riberas, el paseo de los Melancólicos, el barrio...
·Saldré a dibujar. Que locura.
·Evitaré situaciones incómodas. A veces me va demasiado la marcha.
·Viajaré en función de mi dinero. Es decir, poco. Pero lo haré.
·E iré a la playa. Andando si es necesario. Necesito sol y color en mi piel que voy camino de convertirme en Iniesta y eso no mola.
·Aprenderé a hacer fotos. Sobre todo del atardecer de Madrid desde Debod.
·Entenderé el baloncesto. En serio. Y seguiré pasando del fútbol (excepto del Real Zaragoza) y metiéndome a saco con el Real Madrid que los radicales blancos se pican mucho y me hacen gracia. A muerte con el motor siempre.
·Superaré mi consumismo creciente en Fuencarral. Viva Primark.
·Seguiré con la soledad como fiel y única compañera.
·Chillaré menos. Autocontrol.
Y no se me ocurre nada más. ¡FELIZ 2011! :)
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